Demo(cracia)

Publicado el 20 noviembre 2012 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda

Intenté escribir este título con una raya en medio, una línea que sólo dejase libre “demo” y tachase cracia. Es un recurso que Pablo Gutiérrez utiliza muchas veces en esta novela con nombre de ensayo, pero aunque mi blog es de pago cuando necesito que demuestre sus presuntas cualidades se comporta como una demo, así que este recurso ortográfico no existe: debo pagar poco. Según el DRAE, una demo es una versión demostrativa (…) utilizada con fines de promoción. Y así es como Pablo Gutiérrez ve nuestro sistema, ese que tras chocar con el iceberg de la crisis tiene múltiples vías de agua. Si alguien te dice que en el ‘Titanic’ se ahogaron todos, sabrás que ya tiene plaza en uno de los pocos botes salvavidas.

Democracia’ comienza en septiembre de 2008, cuando Marco, un joven aparejador de una de las muchas empresas que nacieron durante el ‘ladrillazo’ es despedido. Su jefe, joven niño rico, caricatura de los triunfadores de la gran mentira, le pega una patada en el trasero justo el día en el que Lehman Brothers se derrumba y él pierde todo su dinero, inversión especulativa de listo que se cree más listo que tú, más listo que todos los Marcos. Marco se queda sin trabajo unos meses antes de que  los ministros del gobierno compitan entre sí por decir más alto y más fuerte: no llegaremos a los 4 millones de parados, “con los bancos nuestra paciencia es infinita“. Marco se siente servilleta manchada, kleenex usado, excreción del sistema. Sobra  y, lo que es peor, es uno de los primeros que sobra en  la gran crisiestafa. 

Marco se desmorona de autocompasión, incapaz de levantarse del retrete. El pijama es un lazo que atrapa sus tobillos, corzo abatido. Como en el cine, imagina un plano medio de sí mismo y se muere de dolor al verse tan acabado y fantoche, icono y se muere de dolor al verse tan acabado y fantoche, icono del Hombre Miseria, ideal repetido cada mañana en millones de cuartos de baño, como celditas de colmena: orín en el pocillo, olor a pelo sucio y a sábana, piernas boscosas, ingle inerte señalando el vacío, barba del tercer día. Que todos los ayuntamientos del país reserven partidas para erigir una reproducción de Marco Miseria, figuras templadas en bronce y emplastadas en el centro de las rotondas, cada mañana los conductores se reflejarán en ellas, todos los ayuntamientos deberían hacerlo como exorcismo”.

Nadie pensó en ello, ni siquiera en la locura del Plan E. Marco se pierde a sí mismo y pierde a su pareja, Julia, trabajadora del innombrable patrón de patrones que pidió un paréntesis en el sálvese quien pueda capitalista y entregó su centenaria empresa de viajes a un liquidador. Marco pierde su casa hipotecada, su madre encabronada con el mundo, su nido de vida convencional y segura. Sólo le queda su talento para dibujar y con un bote de pintura  emprende el proyecto de convertir las feas paredes de la ciudad en un mural de versos y dibujos, una obra ingenua que crece por la noche y es destruida a la mañana siguiente por los servicios de limpieza del ayuntamiento, no sea que alguien lea hace falta estar ciego, tener en los ojos raspaduras de vidrioy piense que el sistema es una demo.

En su viaje de pintura y versos, Marco conocerá a un trío de antisistemas inolvidable – es, quizá, la mejor parte de la novela -, y viajará al mundo sin nombres propios de ‘Nada es crucial’, la novela con la que Pablo Gutiérrez se ganó el elogio generalizado de la crítica por tener lo que pocos escritores tienen, una voz propia, un estilo reconocible sólo con leer un puñado de líneas. En ‘Democracia’ el cómo se cuenta está por encima del qué se cuenta. No es la gran novela de la crisis – etiqueta que no creo que su autor haya tenido la pretensión de adjudicarse pero que pronto muchos pensamos en darle – aunque sí una gran narración sobre la soledad que reina en nuestra demo(cracia), donde cada vez hay más jugadores atrapados, ciudadanos expulsados a los márgenes del sistema, gente que sobra.

Democracia’. Pablo Gutiérrez. Editorial Seix Barral. Barcelona, 2012. 234 páginas, 17 euros.