Falta hondura en los análisis de los problemas sociales y en el desarrollo de las democracias, pero, sin duda, esto no se puede llevar a cabo sin un cambio de mentalidad. El cambio debe darse en todos los órdenes: desde el intelectual hasta el social pasando por el político. El cambio político compete a los políticos, pero también a los ciudadanos. Además también exige un mayor compromiso democrático en las estructuras que deberían mediar entre los ciudadanos y los gobernantes. Sin embargo, el cambio debe ser todavía más fuerte en la conciencia individual, en la visión antropológica que tenemos hoy en día del hombre y la sociedad, puesto que implica una disminución del individualismo y un darnos cuenta de la necesidad de ser responsables individualmente de las personas que tenemos alrededor en nuestra sociedad.
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