La protesta fue ordenada y civilizada, doy fe, aparte de lógicamente airada. Merecen escasa atención los cuatro sujetos subversivos que es frecuente encontrarse en acontecimientos de este tipo, pertenecientes tanto a la parte manifestante como a la parte de la "seguridad oficial". Nunca la intención de los presentes fue alterar la paz, que conste. Hoy, qué tétrico, asisto a los debates y tertulias en los medios de comunicación y me sonrojo al confirmar por enésima vez que el panorama mediático en este país está superpoblado por los voceros de la ultraderecha más retrógrada, que califican a todo el que se acercó al Congreso de golpista.
En fin, siento no vivir conforme con los mandatarios que tenemos, ni con el modo en que los elegimos, ni mucho menos con el margen de intervención que se nos permite en la toma de decisiones en este país. Y lo siento de verdad. Nuestra participación en esta democracia, definitivamente, está reducida a un minuto cada cuatro años. Ése es el tiempo que nos tomamos en elegir la papeleta que vamos a meter en un sobre, el cual cerraremos para, acto seguido, introducirlo en la urna que corresponda. Y una vez consumido ese minuto en que, supuestamente, el pueblo es soberano, volvemos a estar sometidos por el caciquismo, la política de familias, la corrupción legal y otros desmanes de los cuales no vemos la hora de liberarnos.