Demolieron su hogar, hoy viven en un almacén

Publicado el 22 octubre 2015 por Yusnaby Pérez @yusnaby

En un pequeño espacio de la antigua textilera Julio Trigo, en el capitalino municipio de Boyeros, limitado por telas, tablas y cajones de aire acondicionados, vive Elizabeth con sus padres. Dos semanas atrás, las autoridades demolieron la casita donde vivía.

Rosalía Núñez, madre de Elizabeth y Mario Lázaro Vargas, su padrastro, sienten la urgencia de denunciar la brutalidad de la que han sido objeto.

“Nos demolieron la casita que teníamos en la fábrica Brevola de ladrillos y baldosas, en las cercanías del poblado de Calabazar”, expresa Rosalía.

“Con un buldócer lo tumbaron todo, hicieron varias pilas de escombros y un amasijo nuestras pertenencias personales. Destruyeron un juego de baño, los enseres de cocina, dos televisores uno nuevo y otro roto que queríamos arreglar”, agrega Mario Lázaro.

El entrevistado narra que hace más de tres años se juntó con Rosalía para formar una familia. El apartamento de su madre es pequeño, así que optó por buscar un lugar donde vivir con ella y su hija que estaban criando.

“Hablé con el administrador de la fábrica donde trabajo. Me autorizó construir una pequeña vivienda, en un local contiguo al centro, junto a la de dos policías, Vidal y Orieli. Yo le había pedido un solar al gobierno, pensé que podía estar tranquilo con mi esposa y mi hija de crianza, hasta que me dieran el terreno”, rememora Mario.

“Sin embargo, el administrador de la fábrica de repente intentó destruir la familia, pues deseaba a mi esposa. Nos chantajeó con que o ella se iba con él o nos teníamos que ir del lugar. El 17 de febrero de 2015, Maricela Mur, inspectora de Planificación Física, me declaró ilegal, a los policías, no les hizo nada. Estaba claro lo que estaba pasando”.

Apunta Mario que el 4 de marzo la misma inspectora le aplicó una multa de 250 pesos, que él no aceptó. “El mayor Mario Peña, Jefe de la Policía del Consejo Popular de Calabazar, conocido como ‘el Sombra’ comenzó a hostigarme. Fue la estrategia que utilizó el administrador de la fábrica para sacarnos”.

Tampoco Rosalía no quiere dejar de contar su historia: “Félix, el director de la fábrica, empezó a meterse conmigo, me mandaba a buscar con Orlando un empleado. Me prometió llevarme para un alquiler, si yo hacía lo que él quería”.

“Él no logró su objetivo, pero ha puesto en peligro la vida de mi hija, mira cómo vivimos. Mi niña tiene ocho años de edad, está llena de tristeza. Ella es epiléptica, se atiende en el Hospital Pediátrico de Marianao. Está en tercer grado, pero no la admiten en la escuela porque su dirección está en Oriente”.

Las medicinas de Elizabeth, la hija de Rosalía, para el control de los ataques epilépticos, los papeles del hospital, el CD de la tomografía axial computarizada, más conocida por TAC que le hicieron en la cabeza y su turno médico para el próximo miércoles 14 de octubre desaparecieron entre los escombros.

“Anoche mi esposo estuvo malísimo, le dio un subido de presión, no ve resultados en su vida personal. Él tiene tratamiento con el cardiólogo, por crecimiento en su corazón. Sus medicinas también se perdieron”, exclama Rosalía con pesar.

Ruinas de la Julio Trigo

La textilera Julio Trigo, que está ubicada en las inmediaciones del reparto la Esperanza, Consejo Popular de Calabazar, fue construida con la revolución. Como empresa quebró en la década de los 90.

La fábrica fue saqueada, la marquetería desapareció, no quedó nada. Los techos se están derrumbando, solo queda una imagen deteriorada del Che.

Eliza, antigua trabajadora de la textilera, vive en un inmueble colindante al de Mario Lázaro y Rosalía. Nos cuenta que la situación sanitaria del lugar es pésima.

“Aquí viven 30 núcleos de familia, hay 23 niños pequeños y dos embarazadas. Se cuentan nueve viviendas autorizadas por el gobierno, pero sin ‘papeles’. Todos estamos ilegales”.

Según Eliza, la edificación fue un almacén de desarme de televisores, refrigeradores y aires acondicionados.

“Cuando Rosa estaba de presidenta del gobierno municipal de Boyeros, ella nos daba vueltas. Mandó a poner nueve metro contadores de electricidad. Hoy día, apenas tenemos agua potable y muchos de los que residen no tienen baños”.

“Es muy difícil lo que está pasando Rosalía y Mario Lázaro, no tienen dónde evacuar sus necesidades. El orine y el excremento lo depositan en una cubeta y lo botan en el matorral. Ahora van a operar a Elizabeth. No sé cómo vivirá ese angelito, lo han perdido todo”, concluye.

CUBANET

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