Julio 2014. El Parlamento catalán rechaza el derecho a la autodeterminación del pueblo Palestino, Saharaui y Kurdo. Convèrgencia i Unió (CiU) votó en contra. PP y Ciudadanos también pero esto no es ninguna novedad, ya estaban contra el mismo derecho para Catalunya. Concretando, C’s sólo votó a favor del referéndum en el Sáhara. ERC, la CUP y ICV-EUiA votaron a favor y PSC lo mismo pero no la autodeterminación del pueblo Kurdo.
Si pudiéramos aislar de esta ecuación la incongruencia como si tratara de ‘X’ o ‘Y’ no haría falta tener el bachiller elemental ni título de la HOCUC (Hacer la O Con Un Canuto). La incongruencia es CiU. Estos llevaban años dando la murga con el derecho a la autodeterminación de Cataluña y tuvieron el cuajo de negársela a los demás. El derecho de las naciones, referendums, soberanía, la libertad de los pueblos para elegir y demás autodeterminaciones solo tienen encaje en Cataluña, a su juicio.
Quizás la hoja de ruta necesaria para encarar el objetivo soberanista la hayan confeccionado viendo el verdadero sufrimiento de aquellos pueblos a los que no le ha importado dejar en el olvido con su votación. A ver, no es que fuera determinante ni vinculante. Determinante es la doble vara de medir sentimientos nacionalistas que manejaba CiU. Quizás esos países no tengan RH de libertad en la sangre o sus ‘esteladas’ sean más feas. A CiU siempre le importó un carajo lo que haga Israel con Palestina o lo que quede de ella tras tanta ocupación, saqueo, bombardeo, humillación, trato vejatorio. Aniquilación. Mejor dicho, no es que no le importara, apoyaba abiertamente a Israel en su derecho a defenderse. A Goliat; el mito de David sucumbe ante el poderío militar de vecino opresor que no admite parábola alguna. Es como si en mi derecho a defenderme de un renacuajo que me pega una patada en la canilla para llamar mi atención sobre su hambre de comida, paz y armonía le diera a mi vez una paliza, invadiera su casa, la expropiara, matara a sus padres, violara a sus seres queridos y me cagara en los juguetes que le pudieran quedar para combatir su dolor y soledad, recibiendo, además, el beneplácito de mis vecinos por mi comportamiento ante la insolencia del mocoso.
Artur Mas, ese tipo venido a Menos hasta que vuelva a pescar en la oportunidad que propician los necios, peregrinó por medio mundo buscando apoyo para su plan soberanista. Pero se lo negó a los que están padeciendo horrores como los que padeció España en 1936. CiU se divorció de su socio –UDC– que no estaba de acuerdo con el planteamiento soberanista y de la otra parte contratante nace el Partido Demócrata Europeo Catalán. PDeCAT son sus siglas, como si la ‘e’ de europeo la dijeran con la boca pequeña por lo que pueda venir. Lo demás en Mayúsculas, incluido Demócrata que vota en contra de otras legítimas aspiraciones a autodeterminación. Este partido gana las elecciones de enero 2016 pero a Mas, candidato a presidente de la Generalitat, lo veta la CUP (lo funde) porque ya había roto la cloaca de corrupción de CiU y la mierda salía por todos los lados, incluida la mierda del 3%. No hubiera sido de recibo que un viejo supuesto corrupto presidiese la nueva República catalana. Los nuevos lo pueden hacer mejor, superando a sus antecesores.