El consumo de alcohol por parte de los deportistas no es habitual. Sin embargo, tenemos ejemplos que nos muestran que su consumo no les es ajeno. Valga de recuerdo las imágenes del futbolista de la selección española Xabi Alonso durante la celebración de la Eurocopa 2012 en las calles de Madrid. Pero en este caso nos encontramos frente algo excepcional ligado a un acto de celebración por la consecución de un logro colectivo. Hay ocasiones en las que el consumo se interioriza, como manifestaba el último ganador del Tour de Francia Bradley Wiggins o el futbolista brasileño Adriano, por parte del deportista en tal medida que su rendimiento deportivo se ve notablemente perjudicado y su imagen de una persona de hábitos saludables irremediablemente deteriorada.
¿Qué busca un deportista en el consumo de alcohol? La respuesta no es diferente a la del resto de consumidores, El imaginario social nos manda mensajes en los que el alcohol es presentado como una buena compañía para los buenos momentos y un buen remedio para superar los malos. Además, el consumo de alcohol y los momentos vendidos como propicios para ello ofrece una vía de escape de las rutinas y la monotonía. Se convierte en un medio gracias al que desviar la conducta. Este mensaje resulta muy estimulante para el deportista que ve cómo su día a día se encuentra muy planificado de antemano debido a las rutinas de entrenamiento y competición a las que debe hacer frente a lo largo de todo el año.
Recurrir al consumo de alcohol como estrategia de adaptación tiene repercusiones directas sobre el rendimiento deportivo. El alcohol como sabemos intoxica nuestro organismo con lo que se pierde fuerza muscular, los movimiento se vuelven más lentos y menos precisos, los reflejos se reducen, la fatiga sobreviene antes y es más difícil la recuperación tras un esfuerzo. Además, funciones como la reacción, la coordinación motora y la capacidad para procesar información se enlentece lo cual produce una caída en picado del rendimiento. Tengamos en cuenta la importancia que tiene para deportes como el fútbol o el baloncesto capacidades como la atención, la creatividad, el autocontrol, la gestión del tiempo… todas ellas capacidades que inciden directamente en el desempeño en estos deportes. El consumo de alcohol puede ser útil como estrategia de adaptación pero va directamente en contra de la capacidad que garantiza su sustento y su estatus: la inteligencia de juego.
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