Deporte y creatividad. El escritor deportista

Publicado el 05 octubre 2015 por Ana Bolox @ana_bolox
Tweet

El deporte y la creatividad del escritor

Escribir es una tarea sedentaria que no se lleva nada bien con el cuerpo humano, una máquina especialmente diseñada para caminar. No prestar atención a esta certeza acarrea problemas físicos, pero también puede agostar nuestra creatividad.

Deporte y creatividad" />Deporte y creatividad">">Deporte y creatividad">">Deporte y creatividad">">Deporte y creatividad" height="538" width="538" alt="deporte y creatividad" class="aligncenter wp-image-2537" />

Por ello, más que recomendable, es indispensable realizar alguna actividad física que ayude, por un lado, a que nuestro cuerpo se mantenga ágil y, por otro, a que nuestro cerebro se encuentre descansado y listo para trabajar cuando nos sentamos ante el ordenador.

Deporte y creatividad

¿De qué forma están unidos? De una mucho más intensa de lo que puedas creer en principio.

Deporte y cuerpo

En términos biológicos, no hace tanto que el ser humano estaba subido a los árboles, golpeándose el pecho mientras emitía sonidos guturales originados por el miedo, la amenaza, el “canto” del galanteo o el Quita p’allá que esas bayas son mías.

De hecho, seguro que conocéis la analogía que realizó Carl Sagan asimilando la historia del universo a un año (el año cósmico), de manera que, si el Big Bang se produjera el 1 de enero a las 00:00:

Alrededor de las 11:52 de la noche del 31 de diciembre, se crea el primer humano. Solo 8 minutos antes de que se acabe el calendario gregoriano. En estos últimos minutos, los humanos desarrollan la agricultura y la rueda para la transportación. Toda la historia antigua que aprendemos en la escuela, desde los primeros escritos y el principio de la Edad de Broce hasta el Renacimiento en Europa, suceden en los últimos 10 segundos del calendario cósmico.

Finalmente, a las 11:59:59 de la noche del día 31 de diciembre empieza la historia actual que incluye todo desde la revolución americana hasta la ciencia y tecnología moderna.

La historia de la humanidad (desde el 3000 a.C) se comprime en sólo 10 segundos.

Aun así, nuestro organismo ha evolucionado hasta convertirnos en lo que somos hoy en día: animales bípedos e inteligentes. Ahora bien, el cuerpo humano está diseñado para mantener una actividad física constante, que para el hombre de hoy puede considerarse muy elevada: correr, brincar, trepar, etc. durante muchas horas al día. La fisiología humana se ha desarrollado, por tanto, para cubrir estas necesidades físicas; y más aún, la requiere.

Mientras que nuestros hábitos han cambiado en poco menos de 1 siglo, nuestra fisiología sigue siendo la misma.

Es posible que esta imagen acabe siendo una realidad:

Pero hasta que nuestro cuerpo adopte la forma de silla y encorve la espalda, convirtiéndonos en una especie de tortuga sentada, seguimos siendo bípedos y nuestra posición, erecta. Algo que el deporte ayuda a mantener.

Realizar una actividad física nos mantiene en forma, evita que engordemos, conserva la elasticidad de las articulaciones, la potencia de los músculos, y la fortaleza de nuestro esqueleto; nos procura un sueño reparador, mejora la capacidad respiratoria y mantiene a raya a las enfermedades coronarias.

Seguro que todo esto ya lo has oído y quizá te estés preguntando: ¿Pero qué tiene todo ello que ver con el escritor?

Aparte de evitar que degeneremos en algo así:

La actividad deportiva no nos resta energía sino que, por el contrario, nos regala un extra del imprescindible dinamismo que necesita el escritor cuando llega a casa, tras un largo día de trabajo en la oficina, y precisa de ese brío para ponerse ante el ordenador con las pilas recargadas y sintiéndose listo para avanzar en su novela.

El deporte, además, disminuye el estrés al que nos somete la vida moderna, inagotable fuente de fatiga, tanto física como mental y, por tanto, inclemente asesino de la creatividad.

Lo cual nos lleva directamente hasta el segundo punto de este artículo.

Deporte y cerebro

Quien mueve las piernas, mueve el corazón, decía un anuncio de mi infancia que vendía bicicletas estáticas.

Es de cajón. Como lo es que, al mover el corazón, aumentamos nuestro ritmo respiratorio y cardíaco, con lo cual cargamos los eritrocitos de vivificante oxígeno y lo hacemos circular por nuestro cuerpo con mayor presteza.

De modo que, al realizar una actividad física, aumenta el flujo de sangre que llega al cerebro y nuestro “ordenador biológico” recibe mayor aporte de oxígeno, nuestras células cerebrales están mejor nutridas y más sanas.

Ya sólo por eso, cualquier persona debería animarse a realizar una cierta actividad física semanal. Pero es que además…, ¿sabías que estudios médicos han demostrado que el deporte es un extraordinario guerrero que combate las enfermedades neurodegenerativas?

Lo cierto es que ya lo anticipó Juvenal hace dos milenios con su Mens sana in corpore sano, pero por si todavía no te habías convencido de ello, va siendo hora de que lo hagas:

La actividad física mejora la capacidad intelectual y ayuda a retrasar el envejecimiento del cerebro.

Básicamente, nos dicen desde DeporteSalud, el ejercicio parece activar una serie de procesos encargados de mantener y proteger a las células nerviosas, lo que podemos llamar sistemas de neuroprotección fisiológica. Si el ejercicio protege al cerebro de las agresiones tanto internas como externas a las que se ve sometido a lo largo de la vida, es evidente que la vida sedentaria, muy acentuada en las sociedades modernas, es un factor de riesgo para enfermedades neurodegenerativas, tan devastadoras en la sociedad actual. El mensaje parece sencillo: las enfermedades neurodegenerativas pueden agruparse, junto con las coronarias, dentro del conjunto de patologías en las que la vida sedentaria es un factor de riesgo.

En clase, suelo decirle a mis alumnos que el cerebro es como un músculo: cuanto más lo ejercitas, más fuerte y poderoso se vuelve. Y, al parecer, se ha comprobado, en ratas de laboratorio, que la mera realización diaria de ejercicio físico es suficiente para hacer que los animales de experimentación produzcan más neuronas o que las que ya tienen no se pierdan a medida que envejecen (Larsen et al., 2000; van Praag et al., 1999).

Por tanto, si estimulamos el cerebro desde dos flancos diferentes, es decir:

1. con el deporte mantenemos jóvenes nuestras neuronas

2. y con una actividad intelectual continuada evitamos que se atrofien,

la máquina maravillosa que llevamos con nosotros se mantendrá bien engrasada, nuestra creatividad se conservará viva y los resultados en nuestra actividad artística como escritores mejorarán sin lugar a dudas.

De modo que, ya sabes:

¡dale cuerda a tu corazón y activa tu creatividad!

Por cierto…, creo que compartiendo contenidos también se logran beneficiosos efectos, de modo que tuitea, tuitea, no te cortes

– – – – – – –

Fotografía: Nadezhda-Grapes, Freepik

Suscríbete Tweet