El verano pasado siguieron con el tenis, pero ésta vez de mesa. Sí, sí, el ping- pong de toda la vida. Y, por supuesto, ¡se compraron las palas y las pelotas correspondiente! Así que cuando D. Perfecto me veía haciendo una hora de natación diaria y un día me dijo eso de “a ver cuánto te dura”, yo le contesté “por lo pronto, más que a ti el tenis y, encima, es hasta más barato”. Pero más valor le echó el dueño del blog, que se atrevió a corregirme en la técnica, motivo por el cual le dije que “le invitaba a que nadase una hora conmigo”. Nunca lo hizo. Menos mal que esto que nos pasa a nosotros, le ocurre a mucha gente (mal de muchos, consuelo de tontos). Unos lo reconocen y otros te dicen que no tienen tiempo, que se han hecho daño en el pie, el brazo o el hombro (tiene que ser una articulación relacionada directamente con el deporte para que la excusa sirva), que le han cambiado la hora del entrenamiento y no les viene bien… Y, así excusa miles. Pero, la verdad, la verdad, es que hay muchos “deportistas de grandes superficies”: esos que van a la planta de deportes, el vendedor los ve y, cual víctima entre percheros de camisetas y zapatillas, son atrapados por el profesional que los equipa perfectamente de arriba abajo.
El verano pasado siguieron con el tenis, pero ésta vez de mesa. Sí, sí, el ping- pong de toda la vida. Y, por supuesto, ¡se compraron las palas y las pelotas correspondiente! Así que cuando D. Perfecto me veía haciendo una hora de natación diaria y un día me dijo eso de “a ver cuánto te dura”, yo le contesté “por lo pronto, más que a ti el tenis y, encima, es hasta más barato”. Pero más valor le echó el dueño del blog, que se atrevió a corregirme en la técnica, motivo por el cual le dije que “le invitaba a que nadase una hora conmigo”. Nunca lo hizo. Menos mal que esto que nos pasa a nosotros, le ocurre a mucha gente (mal de muchos, consuelo de tontos). Unos lo reconocen y otros te dicen que no tienen tiempo, que se han hecho daño en el pie, el brazo o el hombro (tiene que ser una articulación relacionada directamente con el deporte para que la excusa sirva), que le han cambiado la hora del entrenamiento y no les viene bien… Y, así excusa miles. Pero, la verdad, la verdad, es que hay muchos “deportistas de grandes superficies”: esos que van a la planta de deportes, el vendedor los ve y, cual víctima entre percheros de camisetas y zapatillas, son atrapados por el profesional que los equipa perfectamente de arriba abajo.