En les Halles, una mastodóntica estación de metro y centro neurálgico de la ciudad nos encontramos un espacio tremendo para hacer sociología urbana.
Entre los grupos de usuarios más extravagantes de esta tarde, me he encontrado a dos africanos percusionistas y un europeo trompetista, que, de manera espontánea, se han puesto a improvisar ritmos y a regalar su creación a los presentes. A cambio, esperarían la voluntad de los que por allí pasaban y disfrutaron de su música.
Si un “creador” pasa por allí y toma prestada la melodía y la enlata en un cd ¿para quién sería el canon? ¿podría el autor del enlatamiento apropiarse de esa obra?
El respeto se gana dando conciertos, y no lloriqueando desde los despachos.