Sobre los pisos ocupados por los narcotraficantes en los barrios de las ciudades, bien podría solucionarse de ponerse manos a la obra los juristas de los consistorios, y dejarse ya de lamentaciones para prolongar un problema que no se resuelve por las buenas, sencillamente porque sirve de argumento electoral perenne para ocupar silla o seguir en la poltrona de las decisiones que nunca llegan, que no suelen afectar de forma nunca satisfactoria y directa a los dirigentes que quieren velar por sus conciudadanos y lo ajeno siempre con manifiestos de compromisos incumplidos, sugiriendo paciencia por aquello que personalmente no les pertenece y con conciencia de abstenerse con mucho ruído y pocas nueces . No lo olviden. Y eso se consigue sin tanta palabrería y cambiando algunas leyes municipales, que deben ir emparejadas con las que permiten judicializar a quienes no respetan las reglas en un estado de derecho con sus ventajas y obligaciones, incluso la de defender a ultranza la propiedad por los medios que definiría un código penal actualizado, con la actuación inmediata y el apoyo de las asociaciones vecinales y las instituciones locales, para que nada quede al azar de una "letra pequeña" apenas perceptible, que inmovilice el dar respuesta y cortapisas a una imperiosa necesidad.
Cambiar la Ley que dice que para contemplar el délito debe haberse sustraido la mitad de un sueldo mensual, para muchos, es decir, cuatrocientos euros, significa además del hurto la provocación de un berrinche, una decepción y una impotencia que acelera la idea de empezar a tomarse la "justicia" por la mano de los perjudicados a través de grupos, de comités de defensa de los ciudadanos, que empiezan a estar hartos de tanta consideración y tanta pamplina con "chorizos", "narcos" y "putillas" de libre dedicación en carreteras y polígonos industriales de nuestra geografía. Un lumpen organizado por bandas y mafias que cada vez ejercen con más confianza, osadía y soltura, copando el trabajo de una policia estructurada que no puede actuar muchas veces por leyes calificadas de blandas y permisivas.
Y para empezar, vamos a dar alguna idea, y si algún lector no está de acuerdo, que lance su primera piedra mediática, a ver si de tal manera nos golpea la cabeza y llegamos a la conclusión de que tampoco vamos tan desencaminados en nuestras apreciaciones.a) en caso de delincuentes primerizos o ya fichados, desalojo inmediato por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, y que vayan a trapichear con sus "mierdas" a otros campos de miseria donde enterrarlas con ellos.
b) en caso de vivienda vacía propiedad de identidad bancaria o particular, aceptación mediante acuerdo municipal para ser ocupada por gentes y familias honradas que la necesiten, hasta que la misma se venda o se alquile a un justiprecio por el propietario legal que a su entender así lo decida, pasando el "inquilino de prestado" a ocupar otro techo de los muchos que construidos han quedado en el desierto inmobiliario que se ha creado, instando a las tantas asociaciones que existen para dar cobijo a esos "okupas", de temporalidad puntual a realizar la mudanza a otro lugar. C) en caso de reincidencia, amenaza a la comunidad o resistencia a la autoridad en el momento del desalojo, en el que asistiría un secretario judicial y un asistente social para leerles las prescripciones de turno, incautación de mercancía robada o que sirviese para traficar, destruyéndola allí mismo y de inmediato, incohación de expediente sumarial y retención obligada, haciendo un cálculo in situ de multas y sanciones, como si se tratase de una multa de tráfico, toda vez que se les daría pasillo sin opciones para ocupar asiento en el furgón y ser llevados a rehabilitarse, empezando por limpiar grafitis y recoger suciedad, saneando con eficacia deshechos en parques y jardines. Y es qué la ocupación ilegal es la mayor de las redenciones de transgresión, incluso para aquellos que creen que cruzar el límite social que rige por un arbitrio funcional, tiene alegría, permisividad y está premiado con la compasión que se acredita en los pobres "indecentes" que nada tienen que ver con los de verdadera necesidad, por lo que nos referimos única y excusivamente a esos faltos de honestidad que manejan con imprudencia su conducta asocial, y deberían ser motivo de preocupación de los que deben administrar con garantías nuestras propiedades y pertenencias, dando mejor distribución a los impuestos que aceptamos buenamente para que nada de toda la "inmundicia" nos la vuelquen a nuestros pies de "barro" dado el lodo que pisamos, quienes ya empezamos a dudar de que la deriva hacía lo insólito y lo incomprensible por una falta de reacción, no ha hecho nada más que empezar a quebrantarse, si no empezamos a limpiar y concienciar ahora mismo y sin tantas consideraciones a los "amigos" de nuestros problemas. No mañana, qué seguro será demasiado tarde para no caer en el abismo del pensamiento más embrutecido, por defenderse ante la inanición que nos obligan a soportar quienes pretenden calmarnos y adoctrinarnos con ordenanzas, imposiciones tributarias y sanciones.