Derek Redmond, llegar a la meta a toda costa

Por Davidmaldini @ConDdeDeporte

En este pequeño espacio que se me concede ya he relatado historias de deportistas que han conseguido dejar en el recuerdo imágenes de coraje y superación, como por ejemplo la imagen de la suiza Andersen-Scheiss cruzando la meta en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1984 (http://conddedeporte.com/2013/02/20/gabrielle-andersen-scheiss-un-ejemplo-de-superacion/). En esta ocasión toca el turno de contar la historia de Derek Redmond.

Redmond era una promesa de Gran Bretaña en la prueba de los 400 metros lisos. Sin embargo, las lesiones fueron su gran talón de Aquiles durante su carrera y nunca conseguía rendir al máximo. Tras conseguir varias medallas de oro principalmente en relevos 4×400 en citas como el Campeonato Europeo de Atletismo celebrado en Stuttgart en 1986 o el Campeonato Mundial de Atletismo celebrado en Tokio en 1991, se presentaba en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 como favorito a hacerse con una presea en los 400 metros lisos individuales.

El destino le reservaba un nuevo contratiempo a Redmond y, mientras se disputaban las semifinales de dicha prueba, tras alcanzar su máxima velocidad, sufría un pinchazo y notando cómo se desgarraba un musculo de su pierna derecha, obligándolo a parar, sufriendo además un dolor insoportable. Derek sabía que era el fin de la prueba y por ende de los Juegos Olímpicos para él. Se daba cuenta que todos los años de trabajo y las esperanzas puestas en esta competición, en la cual optaba a conseguir una medalla, se iban al traste. Sin pensárselo dos veces, Redmond se puso nuevamente de pie intentando avanzar casi sin apoyar la pierna derecha. Los espectadores que asistían al Estadio Olímpico de Montjuic presenciaron esta escena y rápidamente se levantaron para comenzar a aplaudir a este atleta alentándolo para alcanzar los metros finales de la pista y llegar a la meta.

En un acto de cariño y apoyo, el padre de Derek saltó a la pista sabiendo que no estaba autorizado a ello y trató de convencer a su hijo para que desistiera de su empeño por llegar a la meta ya que podía agravar su lesión. Al llegar a él, su hijo le convenció de que no había llevado a cabo tanta preparación para abortar a escasos metros de la línea final. Estas palabras, unidas de un llanto desgarrador, hicieron que el padre se echase la mano de su hijo al hombro e intentase ayudarle a alcanzar su sueño de cruzar la meta aunque ya no fuese en las primeras posiciones. Un operario de la competición saltó a la pista para intentar interceptar al que consideraba un espontáneo, pero al alcanzar a la pareja se vería rechazado de forma tajante frustrando su objetivo. Dicho operario recibiría una llamada informándole de que el que había saltado no era un espontáneo, sino el padre de Derek Redmond y que les dejase continuar hasta el final, puesto que hubiese sido toda una afrenta no haberles permitido conseguir este pequeño pero a la vez grandísimo logro.

Así, Redmond cruzaría la meta ante el aplauso atronador de 65.000 gargantas y su imagen seria recordada casi más que la del ganador de dicha prueba. Su padre comentaba al ser entrevistado posteriormente que habían comenzado a entrenar juntos y debían  terminar la prueba juntos. Todo un ejemplo de apoyo por parte de su padre y todo un ejemplo de valor por parte el propio Derek Redmond.

ANDER JAVIER AGUIRRE CARRIÓN