Supe de ti en un día
de inmaculada ansia, de deriva
y amor desvencijado;
entre zarzas de tiempo errabundo
derrotando anhelos, llegaste
sacudiendo la indolencia de las horas
y besaste mis sueños inconclusos
asediando mis vigilias
desafiando al destino
en ese delirio de las horas sin día
de los días sin dueño y gélido lecho
que pasan entre versos malheridos
y llaves oxidadas de silencio.
Allá donde la palabra se conjuga
y la eleva en la esperanza tu marea,
las promesas se diluyen ya entre el viento
en la penumbra de la incertidumbre,
Entregada al eco infinito de tu nombre
rotos todos los silencios recorridos,
las plegarias a dioses olvidados
estrellados contra el cielo de la soledad
en un desierto de estrellas sin órbita,
brillos mortales de puñales clavados, empapados
de sangre caliente y traiciones…
y fui, trémula
enredando los días que pasaban
sin noticias de ti
entre conjuros inservibles
lo supe de golpe.