Derroche: un porteño consume casi el triple de agua que un europeo

Por Marpa411

Por Marina Pagnutti

Así lo asegura un informe de la empresa Aysa: son 370 litros diarios per cápita, contra los 150 que se gastan en promedio en el Viejo Continente. Nueve millones de argentinos no tiene servicio de agua potable y 21 millones carecen de cloacas.


La escasez de agua para satisfacer las necesidades cotidianas, impacta en las vidas de millones de personas. Afecta, según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a cuatro de cada diez habitantes en el mundo. Una situación que se profundiza por el crecimiento poblacional, el desarrollo urbanístico y el aumento del uso irracional del agua con fines industriales y domésticos.
Una persona necesita un mínimo de 50 litros diarios para el aseo personal, para beber, bañarse y cocinar, entre otras cuestiones básicas. Sin embargo, en la actualidad un gran porcentaje de la población carece de acceso a un suministro adecuado.
En la Argentina, 9 millones de habitantes están privados del servicio de agua potable y 21 millones carecen de desagües de aguas residuales. Sólo 10 provincias brindan cobertura de agua de red a más del 90% de su población y solamente dos cubren ese porcentaje en lo que respecta al servicio de red de desagüe. Pese a la injusticia, al problema demográfico y a la lenta inversión, el país puede considerarse privilegiado en comparación con otras naciones.
Aun en el contexto local, la situación en la ciudad de Buenos Aires es bien peculiar. Según datos de la empresa Agua y Saneamientos Argentinos S. A. (AySA), cada porteño recibe casi el triple de agua que un ciudadano europeo. Y lo que gasta es más de 370 litros por día, cuando en Europa el consumo promedio es de 150 litros per cápita. En cualquier caso, el derroche es marca registrada en América Latina: Venezuela encabeza la lista con el mayor nivel de consumo, y siguen la Argentina, Uruguay, Brasil, Ecuador y Colombia. Para fomentar una mayor conciencia respecto de la necesidad de conservar un recurso no renovable, AySA, encargada de operar en la Capital y en 17 partidos bonarenses, abasteciendo a 11 millones de personas, realiza campañas para educar a los vecinos en el ahorro de agua. “Trabajamos mucho con el sector educativo para el cuidado del agua, cómo se consume, y percibimos que a mayor calidad de vida, el consumo aumenta y es más continuo. En promedio, AySA entrega por día 619 litros de agua por habitante, cifra que triplica el consumo medio mundial. Y mientras se siga edificando en la ciudad, más consumo habrá”, explicó Adriana Lauro, directora institucional de AySA. La empresa, cuyo paquete accionario fue adquirido por el Estado en un 90% durante 2006, cuenta con dos plantas potabilizadoras: General Belgrano (en zona sur) y San Martín (en Palermo), y dos que realizan tratamientos cloacales.
Buenos Aires cuenta con la gran ventaja de obtener agua proveniente del Río de la Plata, de buena calidad y oxigenación, característica únicas que sólo exigen tratamientos convencionales en la planta San Martín. “No contamos con medidores para registrar el consumo de cada usuario, sería muy costoso. Tampoco penalizamos por uso excesivo del servicio. En cambio, en países de Europa, inclusive en algunos de Sudamérica, no sólo la tarifa es más cara sino que se busca reglamentar una multa. No nos parece correcto, creemos que con educación se pueden bajar los niveles de consumo”, concluyó Lauro.
Aunque el agua es el elemento más extendido de la Tierra, sólo el 2,53% del total es dulce, mientras que el resto es salada. Aproximadamente las dos terceras partes de agua dulce se encuentran inmovilizadas en glaciares y sólo el 1% es de fácil acceso para el consumo humano.
En el Día Mundial del Agua, celebrado el 22 de marzo, la FAO ya afirmó que no es un recurso renovable. En 1950, el agua potable disponible en el planeta era de 11 mil metros cúbicos por habitante; para 2009, esa cifra había caído a 4800 m3 per cápita, muy desigualmente repartidos; y en 2025, descenderá a 2500, dejando a más de 1,8 millones de personas viviendo en regiones desabastecidas. La ONU estima que en 2050, la demanda de agua aumentaría a 64 mil millones de metros cúbicos al año.
Desde el derroche individual, los datos proporcionados por el sindicato de trabajadores de edificios (SUTERH) y AySA indican que una manguera de agua de ½ pulgada abierta durante 30 minutos desperdicia 570 litros.
El segundo puesto de mayor consumo en un hogar es el cuarto de baño: una ducha de 10 minutos insume 200 litros de agua. Pulsar el botón del depósito del inodoro equivale a perder 10 litros en cada acción. Y un inodoro cuyo flotante no funciona derrocha 1200 litros de agua por día, el equivalente al consumo básico mínimo estipulado por la ONU para el abastecimiento de 24 personas.  Una canilla goteando desperdicia 46 litros de agua al día.

Otros hábitos de consumo hogareño que generan grandes pérdidas son el lavado de manos, que representa cada vez un litro y medio de agua, la carga de lavarropas, que demanda unos 100 litros, y el lavado de un automóvil, que consume unos 360 litros.

Inodoros que ahorran

Con el 30% del consumo diario doméstico, el inodoro ocupa el segundo puesto de mayor gasto de agua, después de la ducha. Con hábitos de consumo ahorrativos más instalaciones eficientes, se podría reducir en un 50%. Como solución, en el mercado existe la opción de cisternas con “descargas selectivas”.
El artefacto cuenta con una doble botonera para descarga total o parcial. Con la segunda opción, se ahorran hasta 9 litros de agua, reduciendo a la mitad el consumo por descarga.
Otras opciones tecnológicas son los grifos con monocomando, donde la apertura, cierre y mezcla de agua se realizan en una misma palanca.
También están los reductores de caudal y los aireadores, que se colocan en tuberías de lavabos y griferías, respectivamente. Los últimos incorporan aire al chorro de agua y así reducen hasta un 50% del caudal.

Reservorios domiciliarios, una alternativa

Dos proyectos buscan ahorrar agua en la Legislatura porteña, ninguno fue aprobado hasta la fecha, pero aún están en comisión para su eventual análisis. Ambos apuntan a los reservorios de agua de lluvia. Eduardo Epszteyn, de Diálogo por Buenos Aires, presentó el suyo en septiembre de 2009. En los fundamentos, señala el gasto que genera “el sistema de limpieza de veredas con el uso principal de agua corriente (previamente tratada) que provoca un enorme despilfarro”. Y propone “implementar un sistema de reservorios domiciliarios para las aguas derivadas de las precipitaciones, con canalizaciones adecuadas provenientes de techos y terrazas”.
El otro proyecto es de “aguas recuperadas”, presentado por la legisladora Karina Spalla, del PRO, en marzo de este año. Spalla prevé un sistema de Recolección de Aguas de Lluvia que se enfoque también a la limpieza de solados (aceras y patios exteriores) y riego de jardines, permitiendo un uso disociado del recurso según su fin.
“Si se calcula que en la Ciudad existen alrededor de 50 mil edificios de propiedad horizontal, puede inferirse que el presente proyecto podría permitir el ahorro de 15 millones de litros de agua potable diarios, volumen que podría ser derivado a los sectores más necesitados que aún no poseen suministro”, expresa uno de los puntos de los fundamentos de la iniciativa, que de aprobarse, aseguraría amortiguar el impacto inicial de las grandes lluvias, toda vez que antes de descargar a la vía pública, se complementen las cargas de cada uno de los “tanques de reserva” de los edificios.