Poder abrochar un botón, escribir, atarse los zapatos, hacer un dibujo, jugar a las cartas... Son ejemplos de actividades que el niño puede hacer cuando alcanza el desarrollo adecuado en su psicomotricidad fina. Como en cualquier proceso evolutivo se irán adquiriendo destrezas poco a poco, en función de la edad que tenga el niño podrá realizar una u otra acción.
Hasta que el bebé no cumple los dos meses no es capaz de comprender que las manos forman parte de su propio ser, pasa la mayor parte del tiempo con el puño cerrado.
Es cierto que cuando le acercamos el dedo o un objeto aprieta su mano firmemente, pero esto no es más que un acto reflejo.
A partir de los dos meses el bebé empezará a desarrollar la psicomotricidad de sus manos
A partir de los dos meses descubrirá sus manos y empezará a jugar con ellas. Hasta los cuatro meses comenzará un periodo de ensayo y error en el que intentará agarrar objetos con las manos. Ya a partir de esa edad será capaz de coger un objeto después de mirarlo, esto es todo un logro en la coordinación ojo-mano. A partir de los seis meses y hasta el año se centrarán en coger objetos, golpearlos y llevarlos a su boca.
El siguiente paso se producirá cuando puedan utilizar sus dedos a modo de pinzas para coger objetos, lo que sucede entre el año y los 15 meses. A partir de ahí y hasta los tres años siguen avanzando en mejorar sus destrezas con actos cada vez más complejos tales como tirar de una cuerda, marcar un teléfono, hacer los primeros garabatos, formar torres con cubos o pasar las páginas de un libro.
El avance más significativo en lo que a la psicomotricidad fina se refiere se da una vez comienza la etapa preescolar. De los 3 a los 4 años las tareas más complejas que desarrollarán será el uso de cubiertos, atarse los cordones y mejorar el control con el lápiz. En este sentido muchos niños de tres años son capaces de hacer círculos y dibujar la figura humana, aunque con trazos muy simples. Ya con cuatro años podrán escribir su nombre a grandes rasgos, además de utilizar tijeras, abrochar botones grandes o hacer figuras con plastilina.
A los 5 años la psicomotricidad fina alcanzará un gran grado de madurez
Con cinco años la motricidad fina está muy consolidada, el dibujo y la escritura se controlan mucho mejor, también serán capaces de recortar, pegar y trazar formas concretas. Otras actividades relacionadas con la autonomía personal como vestirse solo están también asentadas.
A partir de ahí y con el tiempo, se irán mejorando todas estas destrezas hasta llegar al nivel de desarrollo completo. Hay que tener en cuenta que en la psicomotricidad fina entra en juego no solo el dominio de una parte del cuerpo, sino su coordinación con el resto, lo que implica una serie de mecanismos cerebrales complejos. Para estimular al niño podremos llevar a cabo actividades que le ayuden a mejorar destrezas, aunque siempre respetando el nivel de desarrollo en que se encuentre.