La poesía no es arte, es desasosiego.
La belleza del desasosiego
nos lleva por versos robados a la vida
plenos de luz, sabios unas veces,
desgarrados y sangrantes otras
inmersos en las soledades
que el mundo proyecta en los corazones,
en el vuelo elíptico de las almas faro
donde fragua el sueño de los vínculos,
la sutil promesa de un nuevo amanecer en cada ocaso
mientras el tiempo queda suspendido en la instantánea de tus ojos.