Desastre de Nochevieja.-

Por Internautabipolar

Unos días antes de Navidad me llamó mi amigo Joaquín para anunciarme si deseaba un vale por una comida a base de montaditos en un restaurante de la capital, por supuesto lo acepté, pero me dijo que tan solo era válido por dos días y solamente para almorzar, por lo que tendría que ir solo ya que el fin de semana estaba todo reservado. Además tenía que llamar para confirmar la reserva por teléfono. Así pues llamé y me dijeron que estaba todo reservado pero que habían ampliado el plazo cuatro días más por lo que hice la reserva para el día 26 a la 13:30 horas.

Mi esposa no me podía acompañar pues estaba trabajando, así que cogí la moto y me fui hasta el restaurante, como había reservado temprano era el primero en llegar y me atendieron muy amablemente; pude escoger el sitio que más cómodo me sentí y me prepararon la comida al instante. La misma consistía en doce montaditos a base de unas tostadas aderezadas con patés, quesos de untar, sobrasadas, salmón, gambas, jamón y encurtidos.

Restaurante montaditos

En otra ocasión tuve la oportunidad de obtener una invitación para ver por cuenta de la FNAC la película “Inmortales”. En este caso sí que me acompañó mi esposa aunque ella tuvo que abonarse su entrada. La emitían en un cine de un centro comercial en la periferia de la ciudad por lo que nos desplazamos con el coche. Cuando compramos la entrada nos percatamos que disponíamos de una hora libre antes de que empezara la sesión con lo cual aprovechamos para cenar en uno de los restaurantes del complejo el cual se denominaba “Cervecería y Montaditos” y he de decir que en este caso pedimos una tabla de seis montaditos y unas patatas fritas con los que cenamos mi esposa y yo. Por supuesto estos montaditos no tenían nada que ver con los anteriores pues era como unos pequeños bocaditos y de mejor calidad. Por cierto la película de los “Inmortales” fue todo un espectáculo, muy buena, y la recomiendo, pasamos una velada muy agradable.

Inmortales

Pero de lo que realmente quería hablar en esta entrada es de la Nochevieja del 2011, y es que me llamaron bastantes personas para reservarme la parcela en la montaña para dicha fecha, al final nadie hacía la reserva pues la alquilaba por 300 Euros para el fin de semana de Nochevieja y nadie se decidía, por una razón u otra. Al final cuando pensaba que ya no la iba a alquilar me llamó Tatiana interesándose por la misma. Le explique las condiciones y sobre todo que no podían alojarse más de 8 personas. Estuvimos de acuerdo y a los pocos días me llama la madre para que le confirmara la cuenta para hacerme el ingreso de 90 Euros para la reserva. Pero dos días antes de fin de año me vuelve a llamar Tatiana para ver si le podía hacer una rebaja en el precio de la parcela o en todo caso en la fianza. Le dije que el precio de la parcela era inamovible y que en todo caso la fianza podía rebajársela 50 Euros pasando de 150 Euros a 100 Euros. Pero ya me daba mala espina y no me daba muy buenas garantías.

Llamamos a mi hermano y le dijimos que pasaríamos con la cena de fin de año y las campanadas, por lo que mi cuñada nos hizo comprar la comida principal que ella prepararía y era justo pues ya habíamos pasado la Nochebuena con ellos y no nos tuvimos que preocupar por nada. Así pues compramos varios filetes de emperador, dos mallas de mejillones y una caja de langostinos.

Cynthia terminó de trabajar el viernes las seis de la tarde, que yo la recogí con el coche y todos los enseres necesarios para pasar el fin de semana. Subimos a la parcela en la montaña y no hacía demasiado frío, por lo que no encendimos la chimenea para no gastar más leña y no ensuciarla. Cenamos lo justo que habíamos comprado para esa noche y nos acostamos temprano. Al día siguiente madrugamos a las ocho de la mañana para limpiar la parcela hacer las camas y dejarla en condiciones para cuando llegaran los inquilinos.

A las doce del mediodía se presentó un coche con un padre y cuatro chavales, nos dijeron que el resto no tardarían en llegar y efectivamente a los diez minutos llegaros tres coches más con nueve jóvenes más. En total se presentaron trece personas. Llamé a Tatiana aparte y le dije que eso no era lo acordado, que le dejé bien claro que como máximo solo podían quedarse 8 personas. Me hizo cara de cordero degollado y no sé qué excusa me dio, encima me dijo que de fianza tan solo disponían de 60 Euros. Por mi parte sabía que si lo aceptaba iba a tener problemas con Cynthia; pues ella no estaba por la labor de que nos pasara lo mismo que el año pasado y estuve a punto de despedirlos a todos y mandarlos por donde habían venido; pero por no tener jaleos con los 90 Euros de fianza de si “pa tí o pa mí”; al final les solté un rollo paternal de responsabilidad y conciencia, que estoy seguro que por un oído les entraría y por el otro les saldría. El caso es que les hice firmar un contrato que es “papel mojado”, y les dejamos la pobre parcela para que camparan a sus anchas.

Nos bajamos a comer al pueblo y ya por la tarde ayudamos a nuestra cuñada a preparar la mesa para la cena de Nochevieja, la cual resultó muy amena, acompañada con mi hermano, mi cuñada, mi abuela y mi sobrino.

Cena de Nochevieja

A la mañana siguiente, día primero de año, nos levantamos a las 10 de la mañana y tras ducharnos y desayunar, nos dispusimos a pasear a nuestra perrita Sari por el pueblo. Hacía una tranquila y soleada mañana de invierno por lo que no refrescaba demasiado el ambiente. A las 14 horas recogimos todo en el coche y fuimos hasta la casa de mi hermano para comer arroz en cazuela al horno. No nos entretuvimos demasiado pues todavía nos quedaba media hora para subir a nuestra parcela entre las 16 y las 17 horas para recoger las llaves de la misma y despedir a los inquilinos.

Cuando llegamos a la Urbanización y a nuestra parcela en concreto, nada más entrar en la misma nos vimos a los chavales sacando bolsas de basura; pero solamente con inspeccionar el alojamiento nos dimos cuenta que estaba hecho un desastre. Las camas estaban resueltas, el suelo estaba pegajoso de no haberlo ni barrido ni fregado, habían restos de basura por debajo de las camas, se habían acabado toda la leña del almacén (que no era poca), habían ensuciado los sofás con bebida y con las zapatillas, me faltaban cd´s de mi estuche de películas y por si fuera poco habían roto un cristal de la ventana del salón y unos pies de varias sillas de madera del comedor.

Gamberros

Mientras estaban esperando a que llegaran sus padres a recogerlos las chicas junto con Tatiana ya se habían marchado para no dar la cara antes de que nosotros llegáramos. Y lo que más rabia me dio fue que cuando llegaron sus padres en tres coches para recogerlos y les expuse la situación y el contrato que habían firmado, se lavaron las manos y me dijeron que no debía desde un principio haberlos aceptado como inquilinos y que ellos no se hacían responsables de los actos de sus hijos. ¡Si serán desgraciados! Estuve a punto de sacarles a patadas de mi parcela. No se quienes eran menos responsables si los padres o los hijos…

Aunque ahora a mí también me ha valido de experiencia, para la próxima vez (aunque se nos han quitado las ganas de una próxima vez) ya que la pobre de Cynthia es la que

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