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"Descanso de Caminantes. Diarios íntimos" (Adolfo Bioy Casares, 1975-1989)

Publicado el 10 junio 2009 por Julia

No importa lo cerca que estén en el tiempo las entradas de su diario; siempre imaginé a Bioy Casares en blanco y negro. Hasta ahora, el problema había sido apenas un residuo fotográfico; teníamos derecho a desconfiar… Con Descanso de Caminantes, sin embargo, la versión monocromática se esencializa: basta que Bioy describa o nombre algo para que parezca no estar a la moda.
Buscar en la vejez del autor la razón de esta impresión sería, como mínimo, paradójico. Si sus diarios (entre 1975 y 1989) abordan una y otra vez las molestias evolutivas no es para certificar su consumación, sino para negarla (acaso los inventarios de calles, estancias, médicos y marcas ¿no demuestran la lucidez de su memoria?).
La impostura cronológica de Bioy Casares deriva, más bien, de cierta suspensión sobre el mundo: casi nada, comenta Alberto Giordano (2006), adquiere valor de acontecimiento, de aquello “que no puede olvidarse porque todavía no termina de ocurrir” (p.156). La intimidad (no por inconfesable) es sepultada bajo el desapego, y es probable que eso sea condición de lo remoto.
Sólo dos cosas escapan a la anestesia emocional: los sueños y las enfermedades (propias). Dos despotismos biorrítmicos que, curiosamente, coinciden con otra vocación del autor: el narcisismo.
En efecto, además de la tendencia retrógrada, los diarios de Bioy Casares (o la selección de Daniel Martino) son matriz de cierta auto-idolatría, aún cuando el saldo sea el desprestigio del resto de los mortales (niños, esposa, amantes, colegas, pobres) y un bazar de gruñidos.
Conforme a las condiciones, es difícil recomendar la lectura de Descanso de Caminantes, pero si, pese a todo, usted se suscribe a ella, recuerde las pecas y la literatura de su autor, no tardará en reconocer a un personaje de Lewis Carroll que siempre es más infantil y mas viejo de lo que el tiempo exige.

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