Esta idea fue reformulada por Kant, dos siglos después: la existencia no es una propiedad, sino una contingencia, algo que puede darse o no darse, de modo que no se puede añadir a la lista con que comparar un Dios inexistente y otro existente: no había diferencia, del mismo modo que no la hay entre la mesa verde que existe y la mesa verde que no. Hay que distinguir bien entre los planos del pensamiento y la realidad, pero Descartes los confunde.
Pierre Gassendi lanzó una réplica al argumento ontológico de Descartes (desarrollado en la V Meditación): sugiere, en las Segundas Objeciones, que la existencia no es una perfección que pueda añadirse al listado de perfecciones de la idea de Dios.