Charles Robert Darwin nació en Londres el 12 de febrero de 1809 y se le recuerda como el padre de la teoría de la selección natural [todas las especies de seres vivos han evolucionado a partir de un antepasado común] la cual constituye la base de la síntesis evolutiva moderna.
En dos mil nueve se celebró el bicentenario de su nacimiento y los ciento cincuenta años de la publicación de su más famoso libro: El origen de las especies; desde dicho año se invitó a llamar a todos los doce de febrero posteriores como el día de Darwin.
Su teoría forma parte importante del conocido debate entre ciencia vs religión pues propone el surgimiento de especies a lo largo de las años fruto de una evolución y no del tradicional creacionismo apoyado en la lectura literal de los textos religiosos [como la Biblia o el Corán] el cual, increíblemente, sigue vigente entre algunos miles de creyentes.
La postura oficial de iglesia católica es admitir el evolucionismo siempre que dicha teoría acepte la acción peculiar y particular de dios en ella; osea, no admiten el hecho de una evolución materialista carente de la explicación diferencial [el alma] entre el hombre y los demás seres inferiores [explicación del Concilio Vaticano II]. Entre cristianos [los llamados protestantes] la médula indica que creen en el literalismo bíblico, rechazando con ello la evolución tal cual la sugirió Darwin aunque existen corrientes [escasas] que abrazan la explicación científica.
El judaísmo es un poco más radical; para ellos uno de los principales motivos para rechazarla es el precepto del día del cese laboral [el séptimo día/sabbat] legislado en Éxodo 20,11 con el que admiten que la creación fue en seis días literales y un diseño único y específico de los habitantes de la Tierra.
Algunos musulmanes aceptan sin dificultad la evolución mientras los más herméticos la rechazan aunque el creyente común no tiene conflicto alguno. Algo que resulta curioso es que los libros de texto de las escuelas públicas de países islámicos tienen entre su contenido la teoría de la evolución.
Pero en sí, ¿qué aportó Darwin a la ciencia?: evolución biológica y selección natural.
Propuso una explicación natural a las adaptaciones de las especies y el por qué hay miles/diferentes de ellas en una postura alternativa al diseño divino.
Presentó, pues, una teoría coherente de la evolución, tanto afirmando el hecho, cómo al explicarlo [con la selección natural] entendiendo con ello que en la naturaleza se generan nuevos individuos en forma constante fruto de presiones selectivas y de la una ley triunfante del más fuerte/apto sobre el débil.
El botánico señaló además que la naturaleza tiene una historia que se despliega con sus propias formas y no por una fuerza externa que lleva un fin determinado; diciéndolo de una manera menos compleja, Darwin aseguró que la formación y desaparición de especies es un proceso permanente que no responde a creaciones independientes sino a cambios graduales con el paso del tiempo.
Ahora toquemos la pregunta que da título a este articulo. Darwin no aseguró que el ser humano descienda de alguna especie actual de mono sino que compartimos, con todas las especies animales, un antepasado común; y es que el naturalista formuló la teoría de la ascendencia común.
Para Darwin, y la mayor parte de los biólogos actualmente, todas las especies que habitamos en la Tierra estamos emparentados: procedemos de un ancestro común. Acá un vídeo, estupendo de hecho, en donde Richard Dawkinns responde a la duda:
Así, pues, somos primos de los chimpancés y parientes -un poco lejanos- de los gorilas y los otros grandes simios. La selección natural eliminó en la mente de Darwin la necesidad de un diseño divino aunque explicaba con ella la perfección de la naturaleza.
Imagen | Wikimedia
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