La descolonización aún se encuentra en el plano discursivo
El proceso de descolonización tiene logros visibles, sobre todo en ese evidente orgullo por lo indígena que antes era vergüenza, sin embargo, también se ven gestos colonizadores en el Gobierno, dicen los analistas.
La Razón / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:04 / 26 de agosto de 2012
A esta altura, se evidencia que el proceso de descolonización excede a cualquier gestión gubernamental de turno; es decir, que sea el gobierno que fuere, aquél deberá continuar indefectiblemente, pues, más que una iniciativa gubernamental, es un pedido social que ya está del todo arraigado en el imaginario político del país y que se inició mucho antes de la llegada del Movimiento Al Socialismo (MAS), que se apropió de la demanda y supo darle curso político. Según el analista político Óscar Vega, este proceso se inició aproximadamente en 2000 como una interpelación de una sociedad heterogénea que lo reclamaba al Estado.
Sin embargo, afirmar que la descolonización seguirá su curso sin que pueda ser evitada no excluye que se pueda evaluar la efectividad de las políticas del Gobierno que buscan su avance, pues, al menos discursivamente, fue el MAS el que blandió desde un inicio, y continúa haciéndolo, la bandera anticolonialista. Así, tiene que ser posible juzgar hasta qué punto hay avances concretos en este aspecto vertebral de la agenda política boliviana y hasta qué otro el tema se ha quedado en un plano discursivo que sólo repite lo que la mayoría de los bolivianos quiere oír.
La Constitución es clara al señalar que uno de los roles y objetivos del Estado es la descolonización: “Artículo 9. Son fines y funciones esenciales del Estado, además de los que establece la Constitución y la ley: 1. Constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades plurinacionales.” Y luego: “Artículo 78: 1. Constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades plurinacionales”.
Cumpliendo este rol constitucional, el Viceministerio de Descolonización se encuentra redactando un anteproyecto de ley que será entregado el 12 de octubre y tendrá el objetivo de descolonizar las Fuerzas Armadas, la Policía Boliviana, el sistema educativo y de salud, la Iglesia Católica y el aparato público.
El primer conflicto que surge para examinar el tema es una polisemia con consecuencias negativas, que hace que la noción de “descolonización” signifique cosas muy distintas para unos y otros, llegándose incluso al equívoco de creerse que ésta plantea un retorno a los tiempos del Tawantinsuyo barriendo con cualquier atisbo de manifestación foránea. Nada más alejado de sus significados reales, pues, claro, hay más de una forma correcta de afrontar el concepto.
Para el antropólogo Xavier Albó, esta indeterminación semántica es el mayor obstáculo que el proceso de descolonización intenta sortear sin mucho éxito. “Para avanzar hay que resolver ese conflicto de fondo: el concepto de descolonización no está nada claro”, dice.
A continuación se repasan “definiciones” que dan varios especialistas sobre la noción con su respectiva evaluación. Para el exdirector de Descolonización y actual director de Estudios y Proyectos del Ministerio de Comunicación, Idón Chivi, la descolonización consiste en visibilizar los diferentes aspectos de las naciones indígenas, los cuales se encontraban (o se encontraron) velados por el colonialismo.
El funcionario enumera acciones que la política estatal ha ejecutado exitosamente en este sentido; a saber: la incorporación de estructuras de organización indígena en los ministerios (especificadas en el recuadro); la creación del Viceministerio de Descolonización; la Ley Avelino Siñani (con la despatriarcalización y la descolonización como sus ejes); la creación de la Unidad de Descolonización del Tribunal Constitucional Plurinacional; los módulos que conciernen a este proceso dentro de la formación de los cadetes de las Fuerzas Armadas; la Ley Contra el Racismo; la incorporación de radios comunitarias a lo largo del país y la visibilización de indígenas en el canal estatal.
En contraste, para el analista político y exviceministro de Planeación Raúl Chato Prada, la descolonización se entiende como la puesta en suspenso de los mecanismos e instituciones de dominación instaurados desde la Colonia y que atravesaron la República con una “conformación política racializada”. Siguiendo su razonamiento, descolonizar implicaría deconstruir tales estructuras de poder.
En su criterio, la institución que ha cristalizado toda esa herencia de la colonialidad fue el Estado-Nación de los nacionalismos. “En la medida que estas dos gestiones de Gobierno han restaurado el Estado-Nación (instaurado por el Movimiento Nacionalista Revolucionario), entonces se puede deducir que lo que han hecho es recolonizar el país. Por tanto, se han restablecido los mecanismos y dispositivos coloniales de dominación en un nuevo contexto populista y nacionalista”.
Por otro lado, para Albó, la descolonización debe ser entendida bajo dos líneas: la primera, como el objetivo de “estar fuertes en nuestras raíces”, y, la segunda, como la consecuencia política de no ser “llunk’us, del que está arriba y sólo ser unos levantamanos”. En estos dos sentidos, el antropólogo y jesuita cree que se ha avanzado mucho, sin embargo, “los que ahora están en el poder tienen las mismas actitudes que los de antes”.
Sin embargo, el gran avance, de acuerdo con el especialista, es que quienes antes se sentían avergonzados de ser indígenas hoy sienten orgullo por esa identidad. “Ése es un logro desde que está Evo (Morales), aunque esa fuerza ya venía desde antes. Por ejemplo, los que se sentían blancos ya ni se animan a decir que son blancos, ya dicen que son mestizos; hubo un giro a favor de las raíces”, dice, y además añade que otro logro que se evidencia es que la composición de la gente que está en cargos del Estado aglutina ahora la que antes estaba excluida.
El sociólogo aymara Esteban Ticona coincide con Albó al señalar que hay puntos interesantes en el proceso, como “el tema de lo plurinacional”, la Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez y la Ley contra el Racismo y toda forma de Discriminación. Sin embargo, también observa que se está quedando en el “terreno discursivo” por causas “estructurales”.
“Somos una sociedad con muchos rasgos coloniales; la práctica de los estamentos estatales aún funciona bajo la lógica del colonialismo. Ése es uno de los factores que hace que no se avance”, considera Ticona, quien también reconoce que la descolonización es un asunto complicado, aunque “hay cosas que se podrían haber hecho y han quedado paralizadas en el papel, como la Ley de Educación”.
Según el sociólogo, para avanzar hay que hacer “quiebres fundamentales”, pues, al momento, en el Gobierno “coexisten, a un tiempo, un discurso anticolonizador y otro colonizador”.
Vega lleva su argumentación por un lado que no corresponde en absoluto con la de las otras fuentes de este escrito; para él no se trata de ver cuánto ha hecho el Estado por el proceso de descolonización, sino ver cuánto de la sociedad se ha potenciado en la construcción de un Estado y sociedad plurales.
Transposiciones. Da la impresión de que ciertas acciones reivindicadas como descolonizadoras no fuesen sino meras transposiciones de lo occidental a lo andino que parecieran decir: “Europa tiene esto, nosotros también”. Tal es el caso, por ejemplo, del matrimonio comunitario plurinacional de mayo de 2011 o el Año Nuevo Aymara, donde la noción “Año Nuevo” es del todo occidental.
Acerca de casos como éstos, Albó argumenta que es normal la búsqueda de “nuevos símbolos artificiales” en un momento que se intenta cimentar las identidades, aunque tales construcciones “a veces cuajan y otras no”.
“Creo que lo del Año Nuevo Aymara ha llegado a cuajar simbólicamente, sin embargo, parece que la gente no llegará a posesionarse de lo del matrimonio”, juzga. En cambio, para Prada, estos actos no se tratarían de otra cosa que de “una folklorización para encubrir el camino avanzado de la recolonización”.
Para el analista, esas acciones demuestran que “estamos en una descolonización de oropel”, de una “folklorización de la ceremonialidad del poder y nada más, pues con el TIPNIS (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure) se ve cómo la modernidad colonizadora se disfraza con códigos de progreso y desarrollo”.
Otra transposición vigente, con signos de negatividad, es la que contiene ese discurso que sostiene que los indígenas eran buenos y lo indígena era todo justicia antes de la llegada de los españoles. Esa idea corresponde a un gesto colonizado de quien aún cree en los prejuicios del concepto del “buen salvaje” provenientes del preromanticismo de Jean-Jacques Rousseau vertidos en su libro Emile ou l’éducation. Esa manera de ver al indígena supone que no era malo, sino inocente por ignorar el mal, lo que lo convertía en un ignorante que incluso tuvo que aprender a hacer daño. Ese imaginario que romantiza al indígena sigue vigente y deviene en ese paternalismo que el liberalismo utilizó para menospreciar y subestimar los saberes originarios.
Hay que admitir que el proceso de descolonización no se concluirá de la noche a la mañana, coinciden los entrevistados, pero tal afirmación no puede ser un justificativo para no reacomodar las estrategias estatales a fin de optimizar el curso de esta tarea. En ese sentido, como contestando a una afirmación previa de Albó, Chivi apunta a que una labor a cumplir a corto plazo es que “desde el Estado se clarifique qué es descolonización en la gestión pública, en la de planificación, la educacional, etc., todo sumado a la elaboración de planes y proyectos estratégicos guiados hacia el fin deseado”.
Ticona ya mencionaba la necesidad de realizar ciertos “quiebres fundamentales”. Según el teórico, el quiebre debe hacerse en el ámbito de la educación. “Ahí es donde se encuentra la clave para la descolonización, no sólo en el nivel Primario, sino también Secundario y superior”.
‘Se está quedando en el discurso’: Esteban Ticona es sociólogo aymara
En el proceso de descolonización hay indicios interesantes que lamentablemente no se han podido desarrollar. En gran medida, creo que no se ha podido adelantar en aspectos concretos y se está quedando en el discurso. De esos puntos buenos, uno es el tema de lo plurinacional, en el cual no se ha visto resultados descolonizadores, lo mismo para la Ley de Educación que no está en práctica.
‘Hay muchos avances en el proceso’: Idón Chivi, director en el Ministerio de Comunicación
Existen muchos avances en el tema de la descolonización, como la inclusión de estructuras institucionales indígenas en el Estado; por ejemplo, el Viceministerio de Justicia Indígena, el de Medicina Tradicional. El Estado ha ido incorporando instancias que visibilizan las modalidades gubernativas de las naciones indígenas. Ése es uno de los avances más sustanciales.
‘El Gobierno en realidad está recolonizando’: Raúl ‘Chato’ Prada es escritor y fue asambleísta constituyente
El Gobierno en realidad está reinstaurando los dispositivos y mecanismos del poder colonial encarnados en el Estado-Nación, el cual ha sido restaurado y se encuentra recolonizando al no abrirse al único camino de descolonización que teníamos: la construcción del Estado Plurinacional. En otras palabras, no existe ningún proceso descolo- nizador salvo en lo discursivo.
‘Hay buenos avances en el proceso’: Félix Cárdenas es viceministro de Descolonización
Hay buenos avances en el proceso de descolonización de por sí; por ejemplo, las Fuerzas Armadas parecen ser las más predispuestas, ellas nos piden voluntariamente talleres e incluyeron un módulo de descolonización en el pénsum de sus instituciones de formación académica; así éstas pueden ser el lugar de formación de los hombres y mujeres nuevos.
‘Estamos en el umbral de las formas plurales’: Óscar Vega es escritor y miembro de Comuna
Apenas estamos en el umbral de un proyecto nuevo, de entender otra condición estatal y las formas de tratar una sociedad plural, y de participar en la construcción del Estado. Creo que hay que ser cuidadosos al momento de evaluar la descolonización desde las iniciativas estatales; esto no es apropiado porque la descolonización fue una propuesta de la sociedad.
‘¿Cómo descolonizar a los que gobiernan?’: Xavier Albó es antropólogo y jesuita
Hay avances. Por ejemplo, en la conciencia general del país se ve que los que antes se avergonzaban de sus orígenes; ahora se sienten orgullosos. Sin embargo, también se ve que los que actualmente están en el Gobierno actúan como los de antes... Un tema que podría ser interesante es responder cómo se podría descolonizar a los que nos gobiernan y están en el poder.