A menudo los grandes descubrimientos se hacen por casualidad, y un nuevo hallazgo en China lo confirma de nuevo: hace pocos días, unos trabajadores que estaban realizando obras en la ciudad de Yangzhou desenterraron el mausoleo del emperador Yang Guang, que ha pasado a la historia como uno de los más odiados del país.
Al sacar a la luz las primeras piedras, los trabajadores avisaron a las autoridades y los arqueólogos se desplazaron hasta el lugar. Estos, tras examinar las lápidas y las inscripciones, aseguraron que se trataba del mausoleo de Yang Guang, que gobernó China entre los años 604 y 618. Los elevados impuestos que aplicó para construir grandes infraestructuras (como el Gran Canal y la Gran Muralla) estimularon una revuelta que terminó con su vida.
Se trata de una tumba bastante austera y pequeña, de unos 30 metros cuadrados; y según los arqueólogos ya había sido saqueada, aunque aún se han encontrado valiosos objetos de oro y jade. Lo más destacable es que no se han encontrado ni el sepulcro ni el cuerpo del emperador, por lo que es posible que no se trate de la tumba definitiva, ya que se sabe que sus restos fueron trasladados en varias ocasiones. Los objetos encontrados están siendo estudiados.