Me sorprende porque hoy día es realmente fácil, rápido y barato acceder a fuentes ingentes de información que nos permiten actualizar nuestra cartografía mental. Creo que para los directivos de cualquier tipo de organización, pública o privada, económica, política o de cualquier otra índole, mantener sus mapas mentales al día es una obligación moral. Lo contrario, es decir, comportarse como unos inconscientes incompetentes que “ignoran que ignoran” y atreverse a dirigir o gestionar cualquier tipo de organización con mapas obsoletos es lo mismo que lanzarse a pilotar un avión lleno de pasajeros con la carta de navegación equivocada: una temeridad y una irresponsabilidad.
No hay excusa. Las evidencias están ahí. Hay que abandonar la comodidad de la zona de confort y echar un vistazo fuera de ella. Repito que se trata de dar un paso realmente fácil y a la vez extremadamente poderoso. Con solo cambiar un poco tu perspectiva, el lugar mental desde el que contemplas las cosas, es suficiente para que descubras partes de la realidad que hasta ese momento permanecían ocultas. Aparecen de repente oportunidades desconocidas, a la vez que se vuelven posibles otras opciones que habías descartado por considerarlas inviables. Y simplemente has cambiado ligeramente tu posición de observación. Nada más.
Como coach, mi trabajo consiste, entre otras cosas, en ayudar a las personas a ganar perspectiva. Es sorprendente lo que llegan a conseguir cuando toman conciencia de la dimensión real de sus recursos y de todas las posibilidades que existen. Y es tan fácil lograrlo!
Vivimos confinados en parcelas raquíticas de la realidad, convencidos de que el mapa es el territorio. Y lo hacemos por elección, no por obligación. Voluntariamente renunciamos a salir de nuestro mapa y el tributo que pagamos por esa comodidad es dejar de brillar al nivel de nuestras capacidades y hacerlo solo al nivel de nuestras [limitantes] creencias.
El presente puede parecerse a lo que tú crees o puede que no. La única forma de comprobarlo es echar un vistazo al aspecto que tiene el presente en los mapas de otras personas. Una de las razones por las que me encanta hacer coaching es porque siempre aprendo algo de mis clientes: una nueva idea, una perspectiva distinta, cuestionarme cosas que daba por ciertas… Es lo mismo que viajar a otros países y descubrir otras culturas. Pero cuando hablo de echar un vistazo me refiero a un vistazo honesto, desde la curiosidad genuina, sin conocer de antemano la respuesta. Como hacen los buenos coaches, desde la humildad de aceptar de antemano que la persona a la que se está haciendo coaching sabe mejor que nadie de qué recursos dispone y qué elecciones le acercan a su propósito; sabiendo que aunque lo que dice pueda chocar con las creencias del coach, eso no significa que la persona está equivocada, porque es igualmente posible que quién esté equivocado sea el propio coach, o lo estén los dos o ninguno de los dos…
En definitiva, se trata de entender que en un mundo en constante proceso de cambio lo normal es que tu cartografía mental pronto quede obsoleta y que la mejor forma de evitarlo es contrastar a menudo tus mapas con los de otras personas y que cuanto más distintos de los tuyos sean esos mapas, mejor, porque el contraste te ayuda a tomar mejores elecciones. Se trata de ser consciente de que simplemente cambiando el punto desde el que miras, desde el que escuchas y desde el que sientes habitualmente la realidad, es muy probable que veas, escuches y sientas una realidad distinta.
El presente está ahí, coincida con tu mapa o no. Si quieres descubrirlo, lo tienes muy fácil: practica el turismo mental.
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