En mi último artículo, “Sobreprotección y control. La invasión del espacio personal”, relataba la forma en la que determinadas personas pueden invadir fácilmente el espacio personal de otras más vulnerables, y por tanto, más susceptibles de control, dominando así sus vidas y resolviendo todos sus problemas, como si ellos fuesen los únicos que pudiesen y/o supiesen hacerlo. Ahora quiero dar unas pautas no solo para reconocer esas personas, que puede que nos estén influenciando en gran medida sin que nos demos cuenta, sino también, pautas para que reconozcamos si nosotros mismos, podríamos estar en esa situación de control sobre otros, sin habernos percatado de ello.
Cuando has crecido con alguien que trata de protegerte hasta del aire que respiras, o incluso, te dice cómo tienes que respirar para estar a salvo, es probable que adoptes muchos de sus comportamientos de forma inconsciente, quizá porque en tu infancia, controlar tus comportamientos, era la mejor manera de evitar un enfrentamiento con tus progenitores o familiares cercanos, como tíos o hermanos dominantes, o incluso porque hayas podido aprender de su forma de actuar a lo largo de los años. Eso hará que, para sentirte seguro, trates de tener todo bajo control. Esto es muy peligroso, porque, si esta forma de comportarte se te va de las manos, puedes llegar a actuar de la misma manera con otras personas, haciéndoles el mismo daño que te han causado a ti. Por eso, es importante que pongas mucha atención a tus propios comportamientos con los demás, para no repetir la situación, sobre todo si tienes hijos, ya que, puedes crear en ellos las mismas inseguridades de forma inconsciente.
Pautas para saber si eres una persona controladora
Ser una persona controladora o depender de ella, conlleva una gran carga insana que es bueno liberar para tener una vida mejor, pero para poder hacerlo, primero hay que identificar si posees alguno de esos rasgos o tienes a alguien cercano que los tenga y te está invadiendo tu espacio personal.
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Piensa si eres flexible a lo que opinan o deciden los demás
Si eres controlador tratarás habitualmente que otros opinen o hagan lo que tu quieres, porque siempre pensarás que tienes razón y que son ellos los que están equivocados. Si no te hacen caso te sentirás frustrado, por lo que tratarás de salirte con la tuya tratando de imponer tus criterios, pudiendo llegar incluso a actuar criticando y descalificando a la otra persona, y haciéndola ver que te necesita y necesita tus criterios. Por tanto, será muy difícil que reconozcas si te has equivocado, por lo que, normalmente, aunque la culpa te esté asfixiando, la echarás siempre fuera, inculpando a personas ajenas a ti o a las circunstancias, para evitar dar a demostrar tu parte de responsabilidad. El problema de todo ésto, es que si tienes hijos, actuarás también de forma inflexible con ellos, por lo que impondrás tus opiniones y no dejarás que ellos tomen sus propias decisiones por miedo a que sean erróneas. Ésto puede crear hijos insatisfechos con la vida, inmaduros, inseguros y dependientes, ya que generalmente dudarán de si sus decisiones son las correctas.
Reflexiona si quieres exclusividad en tus relaciones
Si eres padre o madre, verás las relaciones de tus hijos siempre como algo amenazante para ellos. Será fácil ver defectos que puedan ser criticados para crear decepción e incluso frecuentemente, conseguir que se provoque la ruptura de sus amistades. En tus propias relaciones, querrás que tus amistades o tu pareja solo velen por ti. Es fácil que puedas tener celos e inseguridades de sus amigos, por lo que será fácil que surjan conflictos que ayuden a que poco a poco, esa persona a la que amas, vaya rompiendo el resto de sus relaciones por ti, ya que ellos serán una amenaza para vuestro vínculo.
Piensa si tratas de hacer todo perfecto
Si eres controlador, tratarás de hacer todo al milímetro, por lo que es probable que incluso te pierdas en los detalles para que todo quede como tu quieres. Tratar de ser perfecto es una autoexigencia demasiado grande, que puede producir mucha presión tanto para ti, como a los demás, ya que nunca verás que ellos hacen las cosas como a ti te gustan. Pero hay que recordar, que la perfección no existe, el querer alcanzarla solo es fruto de inseguridad y lo único que produce es presión y frustración.
Piensa si eres capaz de “parar”
Observa si te cuesta delegar en otras personas
Simplemente quieres que todo se haga a tu manera, por lo que preferirás hacer todo tu para que los demás no lo hagan mal. Ésto puede derivar en que asumas más obligaciones de las que te puedes permitir. Puede que ocurra aquí algo curioso, porque, al sentirte desbordado, es probable que te quejes de que los demás no hacen nada, pero si lo hacen, no lo harán de forma correcta para ti, por lo que tratarás de corregir lo que para ti está equivocado, tomando tú el control de la situación.
Observa tu cuerpo
El querer tener todo bajo control es algo que produce síntomas corporales muy característicos, debido a la presión continua que ésto provoca. Es normal que puedas tener dolores de cabeza frecuentes y tensión en el cuello y la espalda por la carga emocional que llevas, si observas tu mandíbula, puede que esté tensa continuamente por tu autoexigencia. Puede que te sientas incluso cansado frecuentemente, ya que tu energía se desgasta por la preocupación constante. A nivel digestivo puede se te aparezcan problemas como el estreñimiento. Es muy normal que si eres controlador, el estrés y la ansiedad formen parte de tu vida diaria, incluso pudiendo llegar a síntomas depresivos. Suele ser muy difícil que puedas relajarte ya que tu mismo no te lo permitirás, incluso no sabrás como hacerlo, y si lo intentas, tu cabeza rápidamente tratará de llevarte de nuevo a la acción. Si por un momento, consigues un cierto estado de relajación, es normal que al salir de él, sientas de nuevo ansiedad, ya que volverás a ocupar tu cabeza con todas tus preocupaciones. Esto hace que no disfrutes plenamente de cualquier actividad que hagas, porque siempre habrá algún pensamiento que te lo impida.
Por lo general, una persona controladora no suele reconocerse como tal. Piensa que actúa en todo momento de forma correcta ante los demás, aunque en su interior pueda sentirse tremendamente culpable. Si por un momento, al leer este artículo, puedes reconocerte en algunos de los rasgos descritos, es importante que lo aceptes como tal y pienses seriamente en modificar la conducta y buscar un equilibrio en tus relaciones. Piensa que probablemente aprendiste a comportarte de ese modo por imitación o incluso para sentirte seguro ante situaciones hostiles, pero ahora, tratar de controlarlo todo, solo puede traerte dificultades tanto a ti, como a las personas que amas.
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