Según lo narrado por el Evangelio de Lucas, María Magdalena apareció en la vida de Jesús para que fuese curada de diversos males y espíritus malignos. Y por años se ha especulado si ambos representantes de la Iglesia Católica tuvieron una relación que fuese más allá del agradecimiento que le tenía por haberla salvado. Sin embargo, diversos manuscritos han indicado sobre la existencia una esposa de Cristo llamada María y sobre el intento de asesinato de los dos hijos de la mujer en mención…
Durante el año 2012, el fragmento de un papiro del siglo cuarto, que se presume formaría parte de un evangelio aún no reconocido, indicaba que el mesías habría estado casado. El estudio realizado por Karen King, de la Harvard Divinity School, terminó revelando que los antiguos cristianos pensaban que Jesús tenía un matrimonio. Mientras tanto, los autores del libro “The Lost Gospel: Decoding the Sacred Text that Reveals Jesus Marriage to Mary Magdalene”, confirmabann que María Magdalena y Jesucristo tenían dos hijos. La prueba se basaba en un texto de 1450 años que fue hallado en la Biblioteca Británica.
Sirvienta y prostituta
No hay evidencia de que María Magdalena fuera una prostituta. Se la mencionó en los cuatro evangelios, estuvo presente en la crucifixión y la resurrección, pero en ningún momento nadie hace ninguna referencia sobre ese aspecto. Cuando Jesús fue crucificado por los romanos, María Magdalena estuvo allí apoyándolo en sus últimos momentos aterradores y llorando su muerte. Fue la que encontró su tumba vacía, y también fue testigo de su resurrección. Y también estaba allí al comienzo de un movimiento que iba a transformar a Occidente.
Durante siglos, la historia de María Magdalena ha sido motivo de interés por parte de religiosos y detractores del cristianismo. Mientras que algunos creen que fue una prostituta que Jesús convirtió a su fe, transformándola en una especie de sirvienta; otros aseguran que en realidad era su acompañante más fiel y que fue enterrada en la historia por la envidia y los celos de los discípulos. De hecho, uno de los mitos más grandes que han nacido alrededor de la figura de esa mujer es el hecho de que posiblemente fue la única esposa del líder del movimiento religioso más grande en la historia de la humanidad.
Antes de comenzar a citar los textos bíblicos, es importante mencionar que la religión cristiana ha tenido una compleja evolución que ha derivado en distintas enseñanzas. Algunos textos son reinterpretados para enfocarlos hacia un aspecto distinto a la religión. Por ese motivo, la figura de María Magdalena ha sido puesta bajo escrutinio constante. La poca claridad con la que fueron escritos los evangelios y la eliminación de los contenidos apócrifos, hacen más complicado entender por completo cuál fue la relevancia de María en la vida de Jesús.
El nombre de María
El nombre de María es mencionado constantemente a lo largo de los cuatro evangelios principales: Marcos, Lucas, Juan y Mateo, y en el momento en que nació Jesus, era uno de los nombres más comunes, provocando confusión entre investigadores como James Carroll o Carol Ann Morrow, quienes escribieron textos en los cuales este artículo está basado. En dichas investigaciones la mujer es identificada cuando es señalada como “la Magdalena”, lo que algunos interpretan como “la mujer de Magdala”, ya que parecía provenir de ese lugar. Sin embargo, Lucas aseguró que se le llamaba así porque en hebreo, la palabra migdal significaba “torre o fortaleza”, lo cual podía ser un indicio de que la mujer era la mas ferviente creyente de Jesús y que nada podía derribar su credo. En arameo, magdala significaba “elevada, grande o magnífica”, lo cual podría confirmar la teoría de que era su más notable seguidora.
Otros intérpretes han asegurado que ese apellido estaba relacionado con la palabra “peluquera” lo cual pudo haber sido interpretado como un eufemismo de prostituta, pero esto no concuerda con los textos bíblicos. En ningún pasaje de la Biblia se especifica a qué se dedicaba antes de su conversión. La primera mención que se hace de ella es en el Evangelio de Lucas, donde el apóstol habla sobre los viajes de Jesús y de cómo iba acompañado de sus doce discípulos y las mujeres a quienes liberaba de sus pecados; entre ellas María Magdalena. El versículo afirma que la mujer había sido liberada de siete demonios, y que le ayudaba a Jesucristo a realizar distintas tareas. Investigadores apuntan a que la mujer fue curada de distintas enfermedades, físicas y mentales.
Magdalena estuvo presente durante la crucifixión de Cristo y su resurrección, por lo que se piensa que tuvo un papel relevante durante los últimos años de la vida del profeta. Sin embargo, fue durante la Edad Media que se empezó a señalar a la mujer como una prostituta y una figura oscura que debía ocultarse. Parte de esto pudo haber sido el sexismo de la época, disminuyendo el papel de la mujer a la nada, pero también influyó la poca claridad de los textos evangélicos. También ayudó la confusión entre otras dos Marías, una era la hermana de Lázaro, a quien Jesús resucitó de entre los muertos; la otra era una pecadora llamada María que lavó los pies de Jesús con su cabello. Además, en el siglo VI, el papa Gregorio Magno declaró que se trataba de la misma mujer, y la iglesia católica no corrigió el error hasta 1969. Y precisamente, la creencia de los Pecados Capitales, se desprendió de los siete males de los que fue liberada Magdalena, bajo la creencia que era una mujer de poca moral.
Los textos apócrifos
La forma en la que Magdalena fue representada en el arte occidental también influyó para que fuera vista como una figura pecadora. Los textos apócrifos de Felipe y de Tomás, demuestran que Pedro y otros apóstoles consideraban a las mujeres como seres inferiores, mientras que Jesucristo aseguraba que podía convertirlas en hombres para que fueran espíritus similares . El texto de Felipe resaltó que Magdalena era llamada “la compañera” de Jesús e incluso existe un fragmento en el que asegura que el profeta era más cariñoso con ella, lo cual era recibido con negativas por parte de sus seguidores. Estos hechos podrían explicar por qué su papel fue reducido en los Evangelios. Las enseñanzas judías del Antiguo Testamento, que disminuían la importancia de la mujer, pudieron haber sido de mayor influencia a pesar de lo que predicaba Cristo.
El Evangelio presenta a Magdalena como la seguidora más importante de Cristo, incluso más que sus discípulos, y de hecho sirve como un retrato de la relevancia de las mujeres en la época en que vivió el profeta. Se especula que, aunque deseó que los hombres las trataran como seres similares, sus seguidores se negaron a aceptar esa enseñanza y continuaron ignorándolas, viéndolas sólo como sirvientas y creando así las bases de la Iglesia. Asimismo, el texto concuerda con el de Felipe, ya que presenta distintas discusiones en las que los apóstoles cuestionaban la elección de Jesús. Esto pudo haber provocado que la mujer fuera señalada como una prostituta; para reducirle importancia y para mostrar al hijo de Dios como un ser puro que nunca tuvo compañía carnal.
En los últimos años, el mito de María se ha hecho más interesante, ya que el público especula que Jesucristo tomó una esposa, lo cual sólo complacería la curiosidad humana que tenemos por la vida de este personaje tan místico. La figura de María Magdalena revela la visión temerosa de la Iglesia desde sus raíces y de cómo se encargaron de eliminar la relevancia de las mujeres debido a sus creencias influenciadas por el Antiguo Testamento. Si la mujer hubiese sido vista como un ser similar a los otros apóstoles, posiblemente la religión tendría una evolución distinta en el que la mujer no era sólo una sirvienta o una prostituta, sino una persona capaz de ser la más ferviente seguidora. Tan fiel, que seguiría a su amado hasta el final, sólo para verlo con vida de nuevo, listo para ir a sentarse a la derecha de Dios.
Los Evangelios
Los cristianos siempre se preguntaron por qué los Evangelios nunca hablan de la familia de Jesús. Y la respuesta de los investigadores e historiadores fue siempre la misma: porque para los judíos tener familia era algo totalmente normal, tan normal que ni se mencionaba. Todos los apóstoles estaban casados y en los textos sagrados nunca se habla de sus mujeres e hijos. Sólo una vez se nombra a la suegra de Pedro, a quien Jesús curó de una enfermedad.
Ya desde los inicios del primer cristianismo, rechazó como ‘no canónicos’ los importantes evangelios gnósticos, un movimiento filosófico y teológico que influyó a las primeras comunidades cristianas y que se contraponía a la teología de la cruz y de la redención de Pablo de Tarso. En ellos, se dice que Jesús estaba casado. Finalmente en el siglo II se impuso la teología de Pablo. La Iglesia quemó los evangelios gnósticos, excepto un puñado que fueron escondidos por unos monjes y encontrados por unos pastores en 1945, en Egipto, escondidos en unas ánforas de barro selladas y que sólo ahora empiezan a ser estudiados a fondo.
En esos textos considerados heréticos se dice que la mujer de Jesús era María Magdalena, a quien la Iglesia confundió durante siglos con una prostituta hasta que tuvo que rectificar cambiando el texto evangélico de la liturgia de la santa. En esa literatura gnóstica, como en el papiro, Magdalena, que podría no ser una mujer judía, aparece como la esposa y la discípula de Jesús. Se trata de una mujer culta e iluminada a la que Jesús confiaba secretos que ocultaba a los otros apóstoles, algo que despertaba los celos de Pedro que llega a quejarse de ello en público al Maestro. Existe incluso, el Evangelio de María Magdalena.
Esos textos cuentan que Jesús ‘besaba en la boca’ a la Magdalena, algo que en dicha filosofía tenía un doble significado: amor sexual y transmisión de sabiduría, ya que, según los gnósticos, la verdad se transmitía a través de la boca. El papiro no nos dice quién era esa mujer de Jesús. Quienes revelan ese enigma con un simple análisis hermenéutico son los cuatro Evangelios canónicos que nos cuentan que, en durante la crucifixión, María Magdalena estaba en primera fila, mientras todos los discípulos varones estaban escondidos y con miedo. La Magdalena aparece también ungiendo el cadáver de Jesús. Y el domingo de pascua, es ella la que va de nuevo al lugar de la crucifixión y a ella se aparece el resucitado al que abraza con tal fuerza que tiene que decirle : ”Basta ya’.
Santo Tomás de Aquino, se preguntaba incrédulo por qué Jesús, al resucitar, se apareció a la Magdalena y no a Pedro o a sus apóstoles. Eso, porque además la mujer judía en aquel tiempo no era creíble ni podía actuar como testigo en un proceso judicial. Por eso, Pedro no la cree, cuando va a decirle que Jesús había resucitado y él mismo se dirige para comprobarlo al sepulcro que encuentra vacío.
Los cuatro evangelistas colocan a María Magdalena a los pies de la cruz. Los tres sinópticos Mateo, Marcos y Lucas la nombran junto con ‘otras mujeres’, pero el Evangelio de Juan, que fue el último y más reciente, unos 90 años después de la muerte de Jesús, y que conocía bien los otros tres, cita solo a la Magdalena. Más aún, ofrece detalles que únicamente ella pudo haberle contado en vida, como su salida el domingo hacia el Gólgota al alba, cuando aún estaba muy oscuro y que ante el sepulcro vacío se echó a llorar. Y cuando se encuentran Jesús resucitado y ella, ambos se tratan con una familiaridad que en la cultura judía de entonces sólo se permitía a dos esposos y ni siquiera en público.
Cuando el escritor José Saramago, Nobel de Literatura, leyó el libro de Juan Arias “La Magdalena, el último tabú del Cristianismo” Aguilar, 2006, en el que se defiende esta tesis, comentó a su mujer: “Si se apareció a ella, antes que a Pedro y a su misma madre, claro que era su mujer”, y añadió: “Si cuando yo muera pudiera resucitar ¿a quién me iba a aparecer primero si no a ti?”…
Referencias: LaHoraMuerta // CulturaColectiva // ElPaís