Descubriendo el Pirineo Bearnés, el Valle de Ossau

Por Atableconcarmen @atableconcarmen

   
Estaba decidido, nos íbamos a Francia. La subida del día anterior al Ibón de Respomuso tenía su dificultad y aunque no teníamos agujetas, no buscábamos una ruta con tanto desnivel. Kilómetros sí, pero altura no. Aconsejados por Miguel pasaríamos la jornada Descubriendo el Pirineo Bearnés, el Valle de Ossau.
Accedemos a Francia a través del Puerto de Portalet, a escasa distancia de Lanuza. El paisaje que nos encontramos en el trayecto es precioso. Las pistas de esquí están cubiertas por una alfombra verde y una vez hemos atravesado la frontera y comenzamos a bajar, la vegetación comienza a ser más abundante. A unos 20 km., tras pasar la presa de Fabreges y poco antes de llegar a Gabas, encontramos una pista asfaltada a la izquierda que nos lleva a Bious Artigues, casi se nos pasa.
  
La carretera es estrecha, atraviesa un espeso bosque de hayas. Hay 4 km. hasta el primer aparcamiento en unos prados. Se puede seguir hasta el lago, donde hay otro aparcamiento, pero puede que esté lleno o que no nos dejen pasar.
Decidimos aparcar abajo y subir hasta el lago de Bious- Artigues andando, salvando ya el primer fuerte desnivel, aunque se puede subir por la carretera que es más cómodo. ¡Comenzamos bien! Y nosotros que no buscábamos para hoy una ruta con altura.
  

 
El Lago de Bious-Artigues está rodeado de hayas y abetos, al fondo el Midi d'Ossau, que nos va a acompañar durante todo el día. A estas horas sus aguas reflejan perfectamente tanto el bosque como las montañas.
  

 
Tenemos dos opciones para llegar al sendero en dirección a los lagos de Ayous, bordear el lago por la izquierda o por la derecha. Por la izquierda es más corto, y es hacia donde se dirigen todos los excursionistas, que son bastantes. Nosotros no es que decidamos llevar la contraria, pero hemos leído que es más bonito hacerlo por la derecha, el hayedo es más frondoso y nosotros queremos hartarnos de bosque.

 
Me repito, sé que ya lo he comentado en los post anteriores, pero el bosque está precioso en otoño. El hayedo es enorme. Sus hojas amarillas, verdes, pardas, tintinean al son del viento, a veces, comienzan a caer como una lluvia de colores. Caminamos, paramos, contemplamos, fotografío. Repetiremos esta secuencia una y otra vez.
  

 
Alcanzamos el sendero señalizado que va en dirección a los lagos de Ayous. Se trata de una pista pastoral, la mayor parte hormigonada y con tramos donde el desnivel es bastante pronunciado, sobre todo en la parte final. ¿Habíamos dicho que hoy no queríamos subir?
  

 
Pequeñas cascadas, bonitos arroyos, piedras cubiertas de un tupido musgo, todo cubierto por este espeso hayedo cuya sombra nos facilita la subida. A lo lejos se oye el relinchar de algún caballo.
  

 
La pista finaliza con una puerta para que los animales no pasen por ella. La abrimos y la cerramos. Oigo a los caballos relinchar con más fuerza, más cerca. Cuando me doy la vuelta los veo venir, trotando por la pradera.
  

 
Me acerco al Pont de Bious para contemplarlos mejor. El espectáculo es precioso. Caballos galopando en libertad y de aquella forma tan salvaje, nunca había disfrutado de algo similar. Me quedo quieta en un punto para grabarlos, ellos me esquivan. Después desaparecen por el hayedo pero se les sigue escuchando.
Entusiasmados con los caballos no habíamos tenido tiempo de darnos cuenta de dónde estábamos. Los llanos de Bious, esa interminable pradera verde, atravesada por riachuelos se abre a nuestros ojos, la custodian algunas cimas, el Midi d'Ossau siempre presente.
  

 
Nos encontramos en un cruce de caminos, nosotros elegimos la derecha que lleva a los lagos. Además es la que se vuelve a adentrar en el hayedo. No estamos seguros de hacer la ruta de los lagos, es una ruta circular de muchas horas y hoy nos lo estamos tomando de otra forma, sin embargo, iniciamos esta travesía.
  

 
A poco que seáis algo amantes de la naturaleza, esta excursión os encantará. Nosotros, dejándonos llevar por la vegetación, en algún momento del camino nos desviamos de la ruta. Volvemos a oír relinchar a los caballos ¿Vendrán en nuestra busca? Seguimos avanzando en dirección a una pequeña pradera.
En el interior del hayedo, se oye pisar las hojas secas y los relinchos se oyen cada vez más fuertes ¿o más cerca?
  

 
Estamos discutiendo si los caballos vienen hacia nosotros o no, cuando aparece el primero. No me muevo de donde estoy, tan sólo activo la cámara para fotografiarlos, también para grabar el momento. Hago caso omiso de Monsieur À Table! y de su insistencia a que me retire unos metros. ¡No van a pasarme por encima! Quiero ver el espectáculo en primera fila.
  

 
Efectivamente, el caballo jefe aparece primero y marca el camino. Pasa muy cerca de mí, noto el aire que mueve con su paso. ¡Guau, qué maravilla! Le siguen 3 ó 4 caballos más y luego un par de yeguas, mucho más prudentes, con sus potros.
  


 
Apenas dura unos minutos, pero sólo por esta escena merece la pena llegar hasta allí. Después vuelven a desaparecer. Seguimos escuchándolos en la lejanía y a lo largo del día volveremos a cruzarnos, pero no como en estos momentos.
  

 
Volvemos a ponernos en marcha y tomamos el mismo camino que los caballos, una vez nos hemos desviado, es la única vía posible. Minutos después estamos en una pradera jalonada de acuíferos. Un riachuelo nos separa de un estrecho camino de piedra y hormigón que viene del Pont de Bious, la ruta de la izquierda que habíamos desechado y que en este punto va en ascenso. Repito, hoy no buscábamos desniveles.
Seguimos por ella un buen rato, pensando en que pronto llegaremos a uno de los lagos, pero curva tras curva, repecho tras repecho, sólo vemos como la pista se extiende a lo lejos.
  

 
Hace rato que el sol ha comenzado a ocultarse y el viento sopla más frío. Aún así los paisajes de montaña que desde allí se obtienen son espectaculares, escenarios increíbles. Bellos colores rojos, verdes, pardos, amarillos, ocres, llenan nuestro campo de visión.
Nos detenemos un rato para tomar un tentempié, es pasado mediodía. A lo lejos se oyen unos cencerros, pero no acertamos a conocer a quienes pertenecen. Algunos excursionistas bajan del refugio, el tiempo está comenzando a cambiar. ¡Cómo nos llueva aquí arriba!
Tras un largo rato decidimos retornar al punto de partida, esta vez atravesando toda la pradera de Bious. Conforme avanzamos nosotros, avanzan las nubes y comienzan a cubrir algunos picos.
 

 
Pasado el Pont de Bious y nada más adentrarnos en el primer hayedo, comienzan a caer las primeras gotas. El bosque nos protege del agua de lluvia, es espeso y hace el papel de un gran paraguas, esperemos que no haya relámpagos.
Pocos minutos después la lluvia arrecia y las hojas de las hayas no son suficiente protección para detenerlas, por lo que paramos a ponernos nuestros chubasqueros y a proteger la cámara. Así llegaremos al parking donde habíamos dejado el coche.
  

 
Dejamos Francia y deja de llover.
Paramos en Sallent de Gállego a dar una vuelta y tomar algo, qué bonitos son estos pueblos, también cuando el día es gris.
Hoy es nuestro último día, escapada bien aprovechada pero que no nos importaría que fuera más larga. Este Pirineo, ya sea aragonés, bearnés o catalán, nos tiene cautivados.
Etapas de este viaje:
  • Lanuza, su Embalse y Hotel La Casueña
  • Del Embalse de La Sarra al Ibón de Respomuso, en el Valle de Tena 
  • Descubriendo el Pirineo Bearnés, el Valle de Ossau

 Bon Voyage!