Me han sorprendido sus templos escondidos entre las luces de neón y su asfixiante olor a incienso. Me ha sorprendido ver a tantos ciudadanos, especialmente gente mayor, practicando el taichi en cualquier parque o jardín. Me ha sorprendido su deliciosa gastronomía. Me ha sorprendido un sistema de transporte que permite acceder a cualquier punto de la ciudad de una forma rápida, cómoda y económica: Un metro limpio y decente como el que cualquier ciudad del mundo pudiera desear, unos pintorescos tranvías de dos pisos, unos encantadores ferrys que te hacen soñar, una red de autobuses con un servicio impecable y unos trenes de cercanías que permiten el fácil acceso a Nuevos Territorios.
Os invito a viajar a Hong Kong.