Este verano por tierras españolas, siempre con la música como "disculpa", llegamos a tierras navarras y descubrí el Valle de Esteríbar donde por cuarto año se celebra un festival que apuesta por nuevos enfoques sin olvidar la calidad, algo difícil en nuestros tiempos, donde los hermanos Jáuregui, Elena y Francisco Javier ("Dúo Roncesvalles") están trayendo, como directores del Festival, intérpretes y repertorios excelentes.
Ambos instrumentistas, ya delante del altar tapado por el citado panel o biombo, nos dejaron un dúo poco habitual que impactó por empaste y sonoridades impecables en una obra clásica que aúna el gusto de la época con el entendimiento de la música a dos capaz de hacernos viajar a la Viena más evocadora:
Y llegaba el estreno absoluto de Pirineo del griego Mihalis Moschoutis (1979), obra encargo del Festival, con un cuarteto de cuerda formado por Emmanuelle Bernard y Elena Jáuregui (violín), Cian Ó Dúill (viola) y Aoife Nic Athlaoich (cello), más el propio compositor a la guitarra clásica y equipo de efectos electrónicos, tan importante en su obra como la propia música escrita. A partir de un colchón sonoro por parte del cuarteto, de lenguaje atemporal con guiños al minimalismo, la guitarra española iba desgranando notas y acordes tratados con procesadores de señal (efectos variados de eco, retardo, "chorus") en pedalera similar a la de los guitarristas electrónicos más una mesa de mezclas manejada por el compositor, que hacía extensivos a la cuerda frotada según qué momentos, todo en penumbra sólo rota por unos pequeños leds en los atriles, consiguiendo una auténtica banda sonora para ese paisaje pirenáico que rodea todo el valle de Esteríbar.