La gestión económica del gobierno, como asignatura, sólo recibe un aprobado, quizá porque su candidato a la presidencia y actual presidente no es el líder más valorado.
Ya no es noticia recordar que Rajoy es algo antipático, que se la pasa escondido, que no habla a tiempo, que no es capaz de despedir a nadie, ni siquiera haciendo finiquitos diferidos, que tiene pinta de funcionario, que se la pasa masticando algo cada vez que le enfocan las cámaras parlamentarias, que cada vez que lanza una mentirijilla el ojo izquierdo se le enrosca y que cada vez que felicita a alguien y le llama amigo, lo convierte en pájaro de mal agüero.
Lo que sí es noticia es que Albert Rivera no termina de convencer como el niño bien de la derecha honesta, que Pablo Iglesias está enfadado porque las cosas no le salen como quiere y, que Alberto Garzón no da la talla.
En el barómetro de la Sexta (22/06/015), Rivera apareció como el cuarto mejor candidato para la presidencia del gobierno, detrás de Pedro Sánchez, Mariano Rajoy, Pablo Iglesias y un enigmático tercer puesto donde estaba “No se sabe / No contesta”; si yo fuera Rivera y optase a ser presidente del gobierno, a estas alturas hubiera pasado de la tranquilidad al desasosiego y me preguntaría si el esnobismo del mensaje de Ciudadanos ha periclitado.
Al final, la realidad no hace más que reflejar la realidad y es posible que para gran parte del electorado, Rivera no sea más que una intención de la derecha moderna española convertida en un bonito adorno quita votos; las apariciones en la televisión del candidato de Ciudadanos poco le han favorecido, su mensaje ha sido imposible separarlo de los de la tradicional derecha, y ahora mismo ser de Ciudadanos es una alternativa para no ser del PP, eso es todo, una realidad reflejada por doquier.
De Pablo Iglesias se puede decir otro tanto – en el escenario de la izquierda y sin tener la “gracia” de la imagen de Rivera -, dar marcha atrás cada vez que tiene que hacerlo y criticar a las otras fuerzas de la izquierda, se ha convertido en su rutina. Parece encrespado y ahora grita más en sus mítines que, se ven algo vacíos de gente.
PODEMOS ha jugado hasta la saciedad con las marcas blancas y no hay nadie en España que no esté esperando la “gran noticia” de Manuela Carmena (Madrid), Ada Colau (Barcelona) o de José María Fernández (Cádiz). El tiempo se está agotando, se aproximan las elecciones generales y los 90 días de gracia han dado paso a los 15; 30 ó 60, sin excusas o explicaciones jurídicas.
Lo dicho, Izquierda Unida con Alberto Garzón no termina de calar en el gusto electoral, al joven político le falta empuje y “punch”; su discurso es cansino, técnico y lejano, cada vez que aparece junto a Antonio Maillo, cualquier despistado apostaría a que el candidato a la presidencia del gobierno, por parte de IU, es Maillo.
Pero aunque Rivera tenga “buena pinta” y Garzón e Iglesias, no la disfruten, hemos visto que a ella no se deben los éxitos políticos, sobran los ejemplos; el caso es que ninguna encuesta, con buena o mala pinta, los tiene como presidentes.
Del PSOE queda Pedro Sánchez, una apuesta firme de la socialdemocracia que, como Rivera, goza de buena imagen aunque con trajes “cortimangas”.
Un hándicap del candidato socialista es que destila mucha tinta de prefabricado, de aburrido y exagerado en sus arengas políticas, siempre de menos a más; sin embargo es diligente y tiene la ventaja de estar compitiendo contra Rajoy. participa@latinpress.es Colaboración especial para LatinPress®. http://www.latinpress.es