Desde España. José Antonio Medina: Rajoy no encaja.

Publicado el 03 mayo 2015 por Joseantoniomedina1234

En la europeas fueron sorprendidos con una caída de 2.6 millones de votos y en las del parlamento andaluz con unos de 600 mil, suficiente como para tenerle miedo a las municipales.

Nuestros liberales poco pueden hacer después de haber vendido todo el pescado, la salida pasa por ganar en mayo.

Pero Rajoy y sus ministros pueden estar tranquilos, nadie espera de ellos un diálogo abierto, su estilo no encaja; se acostumbraron a esperar un milagro y a echar abajo los micrófonos del Congreso como si les estorbaran, ahora asumen que les ha faltado piel.

Para colmo, los 5.4 millones de parados no están felices por el que miles de españoles hayan sido contratados y, lo que es peor, quienes han encontrado un empleo también la están pasando canutas por la temporalidad y los bajos salarios a los que son sometidos.

Así que, un desastre en mayo prácticamente imposibilitaría a Rajoy terminar su mandato y repetir como candidato aunque diga que con él a todos nos irá bien.

Rajoy ha alardeado de sus logros pero todo indica que pocos le han creído, mayo hablará sobre ellos, pero mientras llega, se le nota más precavido, menos “tirado pa´lante”, una próxima derrota sería un desastre para un partido que más allá del presidente no tiene un líder capaz de sustituirle y reestablecer la ausentada satisfacción del votante popular y la expectativa del éxito que tanto pregonaron antes de llegar al poder.

A un PP, consternado y estigmatizado con la caída de sus símbolos, ya no le funciona el culpar al prójimo ni decir que están logrando la salida de la crisis o que están creando empleos de calidad, no son creíbles porque los ciudadanos tienen los bolsillos vacíos.

Tampoco cuela eso de perderse la democracia si desaparece el actual bipartidismo, ahora el pueblo cree en la gestión, pero no con los valores de la vieja guardia.

En este escenario el Psoe, Ciudadanos y Podemos pintan los posibles resultados de las  municipales y autonómicas, como un “prólogo histórico para el cambio”, se han unido en torno a un discurso conforme a los principios de “transparencia, cooperación y eficiencia”.

Todo indica que un nuevo momento y una nueva política ha comenzado donde el protagonista único es el pueblo, la transparencia, la integridad, la participación ciudadana, la tolerancia, una demarcación clara de los derechos y responsabilidades y, la recuperación, de algo, de la soberanía nacional.

A todas, Pedro Sánchez luce como el candidato a ganar las municipales, autonómicas y generales, Pablo Iglesias ha mejorado poco y Albert Rivera no participa. Los tres mosqueteros son las nuevas promesas, mientras que en el gobierno pareciera que nadie conoce a nadie, que no existe un plan de reorganización y los encargados lucen como funcionarios de menor nivel.

Rajoy no ha tenido éxito en la búsqueda de la aprobación social, en las valoraciones públicas el expresidente al que los liberales llamaron el peor de la democracia española, Rodríguez Zapatero, obtuvo una nota media del CIS* de 3.38 puntos, ahora inclinan la cabeza porque su líder ha sacado 2.42 puntos sobre 10.

La deficiente política comunicacional, ignorada durante demasiado tiempo, la red de mentiras y ahora el nuevo juego que  Rajoy está jugando en Madrid con una Esperanza Aguirre dispuesta a echar a los pobres de las calles porque asustan al turismo, le ha dejado sobre la mesa un futuro más que en entredicho.

Rajoy se ha demostrado incapaz de establecer relaciones de amistad con el pueblo y se ha especializado en sembrar la desconfianza y malentendidos a través de sus decisiones lentas y las continuas espantadas a las preguntas de la prensa; el cuerpo a cuerpo no es lo suyo.

La crisis ha tenido un gran impacto sobre la sociedad y  Rajoy pareciera que no se ha enterado y nadie conoce una llamada suya seria y nítida para reexaminar su política social y económica; durante mucho tiempo ha estado tratando de tranquilizar a todos comprometiéndose a muchas cosas que nadie recuerda y cometiendo errores que nadie olvida: la ley mordaza, la ley del aborto, los impuestos o los empleos precarios.

Con todo, el PP y Rajoy saben que no hay una fórmula que satisfaga a todos los jugadores, que ningún partido llena todas las esperanzas y que ninguno tiene la confianza plena de los votantes, de ahí el que los partidos tengan la necesidad de oponerse resueltamente entre ellos y de que todos se consideren como las únicas salidas  para el progreso y la estabilidad democrática.

En este contexto divergente, ¿qué se puede esperar en los próximos meses electorales?,  a ojos de lince seguro veremos debates críticos y repletos de exclusivas promesas: Rajoy habla de 20 millones de empleos, Sánchez de trasladar importantes instituciones del Estado a Barcelona; también veremos pocos o ningún consenso.

El éxito estará en la capacidad del candidato para resolver los problemas del día y no en cómo elaborar o buscar una pelea para ganar un voto.

Dicho esto, algunos piensan que mientras otro gobierno del PP es posible y que no es sabio ni necesario “castigarle”, porque se paralizaría lo alcanzado o, porque quien venga hará lo mismo, otros argumentan que la ambigüedad e ineficiencia demostradas son inaceptables y  un sinsentido el mantener el nivel actual de las relaciones con un gobierno que no se suscribe ninguna crítica.

Para los primeros no hay futuro sin el PP y Rajoy, para los segundos la salida de Rajoy permitiría descongelar todo lo que se ha perdido: la tarjeta sanitaria, los falsos autónomos y los jubilados de 50 años.

En todo caso todos los líderes saben que  la mayoría espera una mayor supervisión del gasto, una nueva época  que marcará un antes y un después y la búsqueda del interés más básico: el empleo. *Centro de Investigaciones Sociológicas de España. participa@latinpress.es Colaboración especial para LatinPress®. http://www.latinpress.es