Allá por 1982, cuando no había explotado del todo su nombre, Steven Spielberg regaló al mundo una película que, aún vista hoy, sigue siendo maravillosa y entrañable en el mejor de los sentidos; ésta es la historia de una amistad muy especial que se desarrolla entre Elliott, un chico joven y solitario, y un visitante sabio y de gran corazón procedente de otro planeta que se pierde en la Tierra. Mientras Elliott intenta ayudar a su compañero extraterrestre a contactar con su planeta natal para que le rescaten, deben escapar de científicos y agentes del gobierno que desean apresar al alienígena. El resultado es una aventura mucho mayor de lo que ninguno de los dos podría haber imaginado.En un primer momento, Steven Spielberg sintió curiosidad por una historia que había encontrado mientras investigaba para su película anterior. Lo que para él fue el mayor reto fue que E.T. era más que un bicho o un alienígena o un personaje de animación. Querían pensar en él como un ser vivo, que respira y siente, y por tanto, enfocar la película de la misma manera; como si fuese interpretado por un ser humano. Finalmente se construyeron tres modelos de E.T. para la película: (1) El E.T. mecánico de tamaño real que medía 122 centímetros con el cuello encogido y 142 centímetros con el cuello extendido. La cabeza medía 51 centímetros y los ojos tenían un diámetro de 7,56 centímetros. Este modelo estaba controlado por 12 hombres desde unas cajas de control conectadas al cuerpo del alienígena mediante cables de 6 metros de longitud. (2) Un modelo electrónico que fue diseñado y manejado por control remoto para primeros planos y expresiones faciales. (3) Un "traje" de E.T. de tamaño real que fue llevado por distintos artistas de talento especializados en varias funciones. También se construyeron cuatro cabezas de E.T., todas ellas intercambiables y móviles para usarse con los distintos cuerpos, y todas ellas con el cuello extensible característico de E.T. La voz original de E.T., aunque nunca con la intención de estar presente en el montaje final, era la del mismo Steven Spielberg. Con el motivo del 20 aniversario, E.T volvió a entrar en nuestras casas, el director afirma que nunca quiso hacer una segunda parte de E.T pero le pareció una gran idea volver a estrenar la película con motivo del 20 aniversario, con algunas mejoras para complacer al perfeccionista que lleva dentro, tanto para el público nuevo como el antiguo. Finalmente, hay que comprobar que algunas escenas de esta edición especial no mejoran con el uso del ordenador; al contrario, el E.T. resulta muy forzado y se parece demasiado a un monigote de cualquier película de animación. La magia de E.T. el Extraterrestre permanece inalterable. A pesar de ser una película enfocada al público infantil, no hay que olvidar, sin embargo, que E.T. el Extraterrestre también habla de los adultos, de cómo la realidad nos hace olvidar lo que fuimos: niños inocentes eternamente sumergidos en inagotables fantasías. No hay palabras, pues, para describir la intensa emoción que genera el visionado de esta ya mítica película. Es una magistral combinación de humor, drama y amistad recomendada por tanto, para todos los públicos. Así que lo miren por donde lo miren, nos encontramos ante una de las grandes joyas que ha dado la historia del cine, con lo que no hay razones para no verla y para no enternecerse con las peripecias de un extraterrestre, que vino más allá de las estrellas para emocionarnos y para arrancarnos una sonrisa. Valoración: 5/5