Soy una impenitente visionadora de películas, así que no pude evitar recordar uno de los Bond films más inintencionadamente divertidos de todos los tiempos cuando recibí, despistada yo, un paquete que contenía cinco ejemplares con la cubierta de esta guisa. Lo primero que pensé, dado que por trabajo recibo muchos envíos de editoriales extranjeras con varios ejemplares del mismo libro fue: "Caramba, estos editores no se andan con chiquitas, y cuando mandan novedades, las mandan de verdad". Pero cinco eran demasiados, incluso para un editor recién agraciado por la ONCE, y miré la portada durante unos segundos, tratando de recordar en qué cita de trabajo pedí yo un libro así. Un laberinto. Personajes medievales. Un título corto, que el año de lengua rusa que estudié hace milenios me permitió descifrar como "Dama y...." Pues sí. Era la edición rusa de mi libro La dama y el león. Hermosa y rozagante, en las estepas cabalgan Aalis de Sainte-Noire y los demás personajes de mi primer libro. La extraña ilusión de mis palabras vertidas en un idioma que no puedo entender. Bienvenidas sean las alegrías, así sean todas las sorpresas.
Soy una impenitente visionadora de películas, así que no pude evitar recordar uno de los Bond films más inintencionadamente divertidos de todos los tiempos cuando recibí, despistada yo, un paquete que contenía cinco ejemplares con la cubierta de esta guisa. Lo primero que pensé, dado que por trabajo recibo muchos envíos de editoriales extranjeras con varios ejemplares del mismo libro fue: "Caramba, estos editores no se andan con chiquitas, y cuando mandan novedades, las mandan de verdad". Pero cinco eran demasiados, incluso para un editor recién agraciado por la ONCE, y miré la portada durante unos segundos, tratando de recordar en qué cita de trabajo pedí yo un libro así. Un laberinto. Personajes medievales. Un título corto, que el año de lengua rusa que estudié hace milenios me permitió descifrar como "Dama y...." Pues sí. Era la edición rusa de mi libro La dama y el león. Hermosa y rozagante, en las estepas cabalgan Aalis de Sainte-Noire y los demás personajes de mi primer libro. La extraña ilusión de mis palabras vertidas en un idioma que no puedo entender. Bienvenidas sean las alegrías, así sean todas las sorpresas.