Revista América Latina

Desde Venezuela. Alberto De luca Bartolomeo: Psicología al día: Esclavos de las emociones.

Publicado el 30 mayo 2015 por Joseantoniomedina1234

columnista alberto de luca bartolomeo.jpgEl sistema emocional humano no presta atención a lo que se da por sentado. La buena salud, la comida deliciosa, el entretenimiento placentero, las circunstancias pacíficas y los hogares hermosos son de poca importancia para los que han tenido todas estas cosas desde que nacieron.

¿Ha visto usted a un adolescente sano levantarse por la mañana y expresar agradecimiento por no tener artritis, o porque su vista es buena, o porque  puede respirar fácilmente, o porque se siente bien? Probablemente no. Él nunca ha sufrido dolor o enfermedad por largo tiempo, y  acepta su buena salud sin siquiera pensar en ella.

Pero cuando esas bendiciones, que son las más grandes de la vida, empiezan a desaparecer, nuestro aprecio por ellas aumenta.

Para el hombre que se enfrenta a un deterioro físico continuo y  a la muerte prematura, el mundo adquiere un nuevo significado: la hermosura de un árbol, el privilegio de ver la puesta de sol, la compañía de los seres queridos; todo se vuelve más significativo.

Pienso que este concepto explica muchos de los problemas emocionales y los síntomas mentales que nos asedian.

Hemos aprendido a esperar lo mejor durante nuestra existencia en este mundo. Nos sentimos casi merecedores, por decreto divino, de por lo menos 72 años de plena felicidad, y cualquier cosa que sea menos es causa de una gran agitación.

En otras palabras nuestro nivel de expectativas es increíblemente alto. Pero la vida rara veces nos cumple esa promesa. Nos da desilusión, frustración, enfermedad, dolor y soledad, incluso en las mejores circunstancias.

Por lo tanto, hay una diferencia inevitable entre la vida tal como es y cómo debería ser. El resultado es un alto índice de depresión, especialmente entre las mujeres; una cantidad inaceptable de suicidios, especialmente entre los jóvenes; y una ansiedad generalizada, entre los demás.

He atendido en consulta a hombres que tienen úlceras como resultado de problemas relativamente insignificantes en sus negocios. He visto a mujeres  sufrir agitación diaria por inconveniencias  sin importancia, como un mueble en malas condiciones o una vecina malhumorada, cuando todas las demás dimensiones de sus vidas eran perfectas.

Compare la inestabilidad de tales individuos con las actitudes de familias alemanas cerca del final de la Segunda Guerra Mundial. Todos los días, mil aviones de bombardeo británicos descargaban su carga destructiva sobre Hamburgo, Berlín y Múnich. De noche, los aviones norteamericanos hacían lo mismo. Los seres amados estaban muriendo por todos lados. Los vecindarios quedaban destruidos y quemados. Los niños pequeños eran mutilados y muertos. No alcanzaba la comida y el agua estaba contaminada. Sus mismas vidas estaban destrozadas.

Sin embargo, los historiadores nos dicen que su ánimo quedó intacto hasta el final de la guerra. No se quebrantaron. Se ocupaban de poner en orden sus hogares y sacar el mejor partido de su horrible situación.

¿Cómo podemos explicar esta clase de ánimo frente al desastre, en comparación  con las personas que viven con tanta comodidad y lujo, quienes, aunque tienen todo, están retorciendo las manos en los consultorios de psicólogos y psiquiatras?

La diferencia se puede encontrar en el nivel de lo esperado. Los alemanes esperaban tener que sacrificarse y experimentar sufrimiento. Por lo tanto, estaban preparados para lo peor cuando les llegó.

Pero nosotros somos vulnerables a la menor frustración porque se nos han enseñado que los problemas se pueden evitar. Hemos permitido que nuestras emociones nos gobiernen, y al hacerlo así, hemos llegado a ser simples esclavos de nuestros sentimientos. 04145541014  [email protected] Colaboración especial para LatinPress®. http://www.latinpress.es


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