¿Desde cuándo un político se puede considerar superior a cualquier otro ciudadano? Si les elige el pueblo, deberían estar al servicio de éste y ser más humildes y bastante más honestos.
La baja productividad en España no se da precisamente en las cadenas de producción de las fábricas, ni en las habitaciones de muchos hoteles de lujo que limpian las sufridas camareras de pisos cobrando a 5 euros brutos la hora, ni entre los preparadores de pedidos en las grandes empresas de distribución, ni en los box de urgencias en los hospitales, ni tampoco entre los temporeros que soportan estoicamente las inclemencias del tiempo recogiendo fruta y verduras en el campo. Sí la encontraremos, en cambio, en los despachos de muchas instituciones públicas, donde el “Vuelva usted mañana” de Larra sigue muy vigente dos siglos después. También la vemos a diario entre los escaños del congreso, en los que no nos cuesta descubrir a quienes van allí a dormir la siesta o a entretenerse con el móvil. Y, por supuesto, tampoco deja de acudir a los consejos de administración de las grandes empresas del Ibex 35. Esos consejeros elegidos, no por sus méritos reales, sino por los favores que les procuraron a esas empresas mientras formaron parte de algún gobierno, son probablemente los trabajadores mejor pagados del país, pero también los más improductivos. Es lo que tienen las puertas giratorias... Si en España se cotizase por todas las horas que se trabajan, se contratase por méritos propios y no por amiguismos y se pagasen salarios dignos y más equitativos, nadie tendría que preocuparse por ese horizonte que ahora se nos está desdibujando.
Si todo el mundo pagase los impuestos que verdaderamente le tocan y nadie hiciera la vista gorda ante la menor sombra de corrupción, nuestros jubilados no tendrían que manifestarse para reclamar lo que, en justicia, se han ganado de sobra.El problema no es que “los viejos vivan demasiado”, como no se ha cansado de repetirnos la Sra. Lagarde, sino que en este país se roba y se defrauda demasiado y dejamos que cualquier inepto llegue a la presidencia del gobierno y, entre él y sus elegidos, se decidan a cortar el bacalao reservándose la mejor parte y condenándonos a los que figuramos como pueblo llano a conformarnos con las migajas.
¿Hasta cuándo dejaremos que nos cambien las reglas del juego a media partida?
No son las pensiones lo que hay que recortar, sino los despropósitos de todos estos impresentables que se creen por encima de todos los demás sólo porque se pavonean dentro de un traje que, de no haberse metido en política, nunca habrían podido pagar. Si sólo saben figurar, que cambien de sector y se suban al carro de la moda. Allí no harán más que el ridículo más bochornoso, pero al menos no jugarán con las ilusiones y el porvenir de la gente que no ha hecho otra cosa en la vida que no sea trabajar y luchar por su propia supervivencia y la de los suyos.
Estrella PisaPsicóloga col. 13749