DESDICHA (parte I)

Publicado el 10 septiembre 2019 por Carlosgu82

Yo estaba ahí, desprevenida, sin sospechar que una historia estaba sentaba a mi lado.

Era un muchacho tal vez de mi misma edad, leía la biblia con mucha concentración, lo vi y supe que era noble, que era bueno y que sufría; noté en sus ojos que había llorado y también supe que tenía hambre.

Sacó de su pequeña maleta unas cuantas galletas y las devoró como quien lleva días sin comer.

En ese instante me conmoví y comencé a pensar, sintiendo que debía conocer su historia.

Al acercarme me sonrió y con sólo preguntar si quería hablar, me hallé envuelta en tristezas, en secretos, en verdades que formaron su historia, todo me lo contó como quien está esperando ser escuchado.

Habló primero de su novia, la mujer de su vida;

La conoció cuando tenía 16 y ella 15, fue en la heladería donde él trabajaba, iba con un grupito de amigas y no pudo evitar fijarse en ella, la niña de ojos color chocolate, esto lo dijo y no pudo evitar sonreír.

Dijo recordar lo que sintió en aquel momento, que lo único que pasó por su mente fue “tiene que ser mi novia” pero ella se fue y el quedó sin saber si quiera su nombre.

Pregunté por su madre y otra vez la tristeza se dejó ver, se tuvo que ir me dijo, es decir; murió.

La despedí hace unos meses, se fue afligida, murió de tristeza.

Mi único hermano, un par de años mayor, salió de nuestro pueblo con la determinación de ir por una vida mejor, con la voluntad de salir no sólo de aquella tierra sino del país, ya que en la ciudad la situación no era mejor. Con un  par de amigos hicieron maletas y se plantearon una de las ciudades de Colombia como su destino, como se podrá entender, ni él, ni ninguno de la familia disponíamos de más recursos que los necesarios para sobrevivir, así que salieron con lo justo para comer unas semanas.

Se creyeron capaces de caminar todo lo que fuese necesario, y así salieron, con ilusiones, con valentía, porque se fue por mis padres, por mí.

Al llegar a la frontera se comunicó, dijo que iban bien, que llegarían pronto a su destino, le creímos y al igual que él nos ilusionamos, si llegaba a su destino podría trabajar y enviar dinero al menos para que a mis padres nada les faltara.

Nuestra situación era difícil, precisamente por eso salió mi hermano, pero no imaginamos que podría estar peor; lo que sucedió fue lo siguiente, más o menos cuatro semanas después de haber visto irse a mi hermano, recibimos una llamada de un amigo de la familia, con quién salió Guillermo mi hermano, dijo que había muerto, fue en uno de los páramos que tenían que cruzar, de frío dijeron, también de hambre.