– ¿Lo primero en cualquier proceso de desarrollo personal?
Y contestábamos:
– Saber (y sentir) lo que se quiere.
También en el post 7 preguntas clave para tu desarrollo personal ya decíamos: «La razón número uno por la que la mayoría de la gente no obtiene lo que quiere es que no sabe lo que quiere». Y ahora es cuando entramos en materia en este post: Desear no es decir lo que se quiere, desear es sentir lo que se quiere; y cuando digo sentir, es sentir con todo el alma, en profundidad, sin ningún resquicio de dudas...
Te pondré un ejemplo que ya dejé en No basta querer, hay que creer para que puedas saber si lo que dices que deseas es realmente lo que sientes que deseas. Aquí va:
Un joven hindú se bañaba un día en las aguas del Ganges. Estaba allí con su maestro, al cual le habían preguntado muchas veces qué había que hacer para conseguir lo que quisiera. El sabio le había explicado que no podría conseguirlo sólo con la voluntad: era necesario hacer intervenir al corazón y al alma.
Como el joven no comprendía muy bien el significado de sus palabras, el maestro tuvo una idea interesante. Hundió la cabeza de su discípulo bajo el agua y la mantuvo así durante un tiempo. Cuando el adolescente comenzó a sofocarse, le liberó.
Mientras el joven se recuperaba, el maestro le preguntó:
– ¿Qué es lo que más deseabas en el mundo cuando estabas con la cabeza bajo el agua?
El pupilo contestó:
– ¡Aire, sólo aire!
El maestro dijo entonces:
– Podrás conseguir lo que deseas si lo anhelas con todas tus fuerzas y sólo deseas conseguir ese objetivo. En resumen, tienes que sentir que lo deseas con una necesidad y una emoción parecidas a las que sentiste cuando, estando bajo el agua, lo único que te importaba del mundo era respirar inmediatamente.
Kazuo Inamori, fundador de la empresa de tecnología Kyocerea, afirmaba cierta vez: «Para tener éxito en algo debemos desearlo de una forma tan intensa que alcance e impregne nuestro subconsciente». Lo que el corazón siente de verdad, la mente se lo acaba mostrando. Lo hemos dicho muchas veces y lo volvemos a repetir: El inconsciente no responde a tus palabras, sino a lo que sientes como verdadero. La plegaria (súplica u oración) no es soltar palabras por la boca sino sentir lo que se pide. Las palabras sólo ayudan si van acompañadas de sentimiento, de otro modo, sirven de poco y caen en saco roto.
A menudo uno se encuentra con mucha gente que dice que quiere cosas que realmente no quiere; que define sus sueños y sus deseos en función de aprobación social que va obtener; es decir, de lo que está de moda en el momento, de lo que es cool y queda bien para recaudar el aplauso social. Y claro, eso nunca te va a saciar tu hambre espiritual; tu esencia más pura, tu yo verdadero.
Recuerda las palabras de Herman Hesse: «La verdadera profesión del hombre es encontrar el camino hacia sí mismo». La autenticidad es el primer requisito de la felicidad. No te traiciones. Mira a tu interior. O como dice Álex Rovira: «La felicidad sólo llega cuando no somos objetos de otros sino sujetos de nosotros mismos».
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