Desenmascarando la vegafobia: ¿Por qué odian a los veganos?

Publicado el 29 mayo 2021 por Josephdelapaz

La entrada Desenmascarando la vegafobia: ¿Por qué odian a los veganos?, escrita por Joseph de la Paz apareció por primera vez en Vitamina Vegana.

¿Por qué odian tanto a los veganos? ¿Qué es la vegafobia o vegefobia? ¿Para qué sirve? Descubre cómo funciona y cómo se manifiesta. Y finalmente, ¿por qué solemos callar y qué deberíamos hacer las veganas?

Una tarde, fui a visitar a Alón, el padre de una amiga de mi hija, con quien había empezado a hacer migas. Al cabo de un rato, cogí una guitarra y me senté en el sofá. De pronto, mi nuevo amigo empezó a hablar de los veganos… 

Al principio no le di mucha importancia y tiré balones afuera. Pero pronto la conversación fue subiendo de tono hasta llegar a maldiciones e insultos. Durante unos 20 minutos mi anfitrión no paró de echar humo atacando a los veganos. Mis intentos iniciales por aparcar el tema con un mensaje conciliador sólo le habían enfurecido aún más. El hombre parecía poseído, literalmente. Poseído por un odio, primario y visceral, a los veganos.

Me había encontrado antes con burlas, desprecio y muestras abiertas de aversión por ser vegano. Pero ese día, por primera vez, pude mirar al “monstruo” bien de cerca a los ojos. Ese día, sentí y entendí qué es la vegafobia.

¿Qué es la vegafobia?

La vegafobia o vegefobia es la aversión a la gente vegana y al veganismo. Como toda postura irracional, va siempre acompañada de emociones como la antipatía, el miedo, el desprecio, el aborrecimiento, la hostilidad, el odio y la ira.

La fobia a lo vegano no es diferente de otras fobias sociales más conocidas. Empieza como miedo y termina como discriminación.

La homofobia, por ejemplo, consiste en el rechazo de la homosexualidad y conlleva la discriminación de la gente homosexual. La xenofobia describe el rechazo a lo extranjero y conduce a la discriminación de la gente extranjera. De la misma forma, la vegafobia expresa el rechazo a lo vegano y se traduce en la discriminación de la gente vegana.

Veggie Pride

El término vegefobia apareció por primera vez en 2001 en el manifiesto de la Veggie Pride de París. El texto proclama el orgullo de no querer participar en la explotación animal y denuncia el silenciamiento y la persecución del vegetarianismo ético. En los años siguientes, el término se extendió a otros países donde la palabra “veganismo” se usaba más que “vegetarianismo ético”.

Así, el fenómeno es hoy más conocido en el mundo como vegafobia, aunque también hay quien lo denomina vegefobia.

¿Por qué la gente odia a los veganos?

Todas conocemos la incomodidad que siente a menudo la gente cuando se enteran de que somos veganas. Algunas veces nos encontramos con un genuino interés, pero en muchas ocasiones las reacciones oscilan entre un humor embarazoso y un interrogatorio retórico y agresivo.

Alguien me dijo una vez:

“Cuando alguien hace algo diferente a la norma social, no se señala a sí mismo; es a la sociedad a quien señala”.

Pensador anónimo

Cuando una persona decide rechazar la explotación de los animales por motivos éticos, su sola existencia cuestiona la moralidad de esa explotación. La sola presencia de un vegano basta para recordar que todos podemos elegir. La violencia institucionalizada contra los animales no es un mal necesario. Hay una alternativa.

Esto supone un dilema para la gente. Antes del veganismo, no había problema. Pero ahora tienen que decidir: unirse al veganismo o justificar su cooperación con la explotación animal. En otras palabras, el dilema es: darle la razón a la persona vegana y unirse a ella, o demostrarle que está equivocada.

El problema, por supuesto, es que la mayoría de personas no se siente preparada para cambiar. No repasaremos aquí los diferentes mecanismos por los que la ideología carnista se perpetúa, impidiendo que personas éticas y de buena fe actúen de forma coherente con sus valores y rechacen el consumo de animales. 

Para quien quiera explorar este tema, la psicóloga Melanie Joy ha hecho un gran trabajo visibilizando y deconstruyendo el carnismo en su libro “Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas”.

La vegafobia, solución irracional

Así pues, cuando alguien ve a una persona vegana, se siente incómoda. Más que a un vegano, ve un acta de acusación personal por colaborar con los crímenes de la explotación. ¿Cómo que los mataderos son injustificables? ¿Me vas a decir que el queso es responsable de la separación de bebés de sus madres? ¿Cómo que los peces sufren? No puede ser…

Y así, se activa el “modo irracional”. Nadie quiere ser el malo de la película. Eso es inaceptable para el delicado equilibrio psicológico de la mayoría de animales humanos. ¿La solución? Pasar al ataque. ¿Cómo? Atacando a quienes defienden la causa, o como dicen en inglés, “shoot the messenger”.

A partir de este momento, la vegafobia se puede desarrollar por varias vías. Algunos desconectan y niegan el veganismo, como si no existiera. Muchos empiezan a racionalizar su consumo de animales, buscando todo tipo de argumentos científicos, nutricionales, históricos, religiosos, etc.

En última instancia, cuando la incomodidad se convierte en culpa, se necesitan armas más poderosas para poder mirarse al espejo y mantenerse fiel al estilo de vida en el que nos educaron. Aquí es cuando aparece la verdadera hostilidad a todo lo vegano:

“Los veganos también matan animales; las plantas también son seres vivos; los veganos son unos hipócritas; no les importan los niños hambrientos en África; los veganos contribuyen a la destrucción medioambiental con su tofu; son unos elitistas y el veganismo es un lujo de ricos; los veganos son los culpables de la agricultura transgénica; siempre estropean las reuniones familiares y sociales con sus manías; de hecho, los veganos son los culpables de todo… hasta de mi malhumor”.

Muchas personas

La vegafobia, “solución” a la disonancia cognitiva

Nadie quiere ser el malo de la película… así que los malos tienen que ser los veganos. Una gran solución a un gran problema. Y sobre todo, un gran alivio a nivel psicológico y emocional.

La vegafobia, en definitiva, es como una droga para rehuir los argumentos lógicos del movimiento por la liberación animal. Sirve para aliviar la dolorosa disonancia cognitiva que el veganismo destapa.

La disonancia cognitiva aparece cuando nos damos cuenta de que tenemos dos creencias o comportamientos incoherentes entre sí. Por ejemplo, un hombre dice creer en la igualdad del hombre y la mujer, pero paga menos a sus empleadas que a sus empleados por el mismo trabajo. Si alguien le señala la contradicción, esa persona tendrá una sensación desagradable, como cuando oímos una nota totalmente desafinada en medio de una hermosa melodía.

Disonancia cognitiva y el espejo del veganismo

Si la nota desafinada persiste o sigue sonando periódicamente, el malestar se vuelve crónico y doloroso. Esto es lo que ocurre si no resolvemos la incoherencia que da lugar a la disonancia cognitiva.

En nuestro caso, la disonancia cognitiva de las personas no veganas aparece cuando confrontan su consumo de animales con su oposición al maltrato animal y a la violencia gratuita. Comprender que actuamos de forma incoherente duele. Y puesto que la presencia de un vegano es lo que pone de manifiesto esa desagradable contradicción, el dolor resultante se asocia a la existencia de los veganos. Luego, a medida que se repiten estas molestas situaciones, se consolida la asociación entre el malestar y el veganismo. Condicionamiento pavloviano en toda regla.

Se entiende así que, para mucha gente, el veganismo duele, literalmente. Por eso, a quienes defendemos el fin de la explotación animal, nos ven como una amenaza. Ante ésta, podrían realinear sus actos con sus principios y así resolver su disonancia cognitiva, pero no… La mayoría reacciona de forma irracional y cae en la solución más cómoda y cobarde: resentimiento, odio y hostilidad contra las personas veganas. 

Una amenaza personal

Podemos distinguir dos niveles de amenaza que alimentan, cada uno a su manera, la vegafobia.

Por un lado, está el tema de la comida, que no es broma. El 99% de los animales explotados acaban en el plato de alguien. No es casualidad que la gente nos pregunte: “Entonces, ¿qué comen los veganos?”

Deberíamos tomarnos esta pregunta con la máxima seriedad. Acostumbrada a comer productos de origen animal prácticamente 3 veces al día, mucha gente se siente aterrorizada ante la posibilidad de no tener qué comer. Por supuesto, sabemos que hay centenares de alimentos e ingredientes nutritivos y deliciosos. Pero el miedo a pasar hambre es real. Infundado e irracional, pero real a nivel emocional.

En consecuencia, mucha gente siente el veganismo como una amenaza existencial a su supervivencia. Su comodidad, su bienestar, sus hábitos y tradiciones peligran. Por tanto, se activa una reacción primaria y visceral de defensa.

Una amenaza a la civilización humana

Por otro lado, más allá de la comida y lo personal, subyace una amenaza más profunda y perturbadora.

Toda nuestra civilización está construida sobre los cimientos de la explotación animal. Llevamos siglos creyendo que los homo sapiens somos la guindilla de la creación divina, dueño y señor de la vida en el planeta. No se puede entender la historia humana sin la explotación de los animales no humanos. 

Por tanto, de forma consciente o inconsciente, el veganismo es percibido por muchas personas como un ataque frontal a la civilización y la cultura humanas; casi como un ataque contra la humanidad. E igual que el miedo a no tener qué comer, este miedo a redefinir la humanidad y nuestro lugar en el reino animal también es real.

La verdad es que el veganismo no constituye una amenaza para la humanidad. Más bien al contrario, la revolución vegana podría ser la salvación de la especie humana. 

El veganismo no se interesa demasiado en el pasado de la humanidad, sino en el presente y en el futuro. Lo que el movimiento vegano quiere derribar no es la humanidad, sino el especismo y el antropocentrismo que sirven de excusa para la violencia contra los animales no humanos.

La verdadera naturaleza de la vegafobia

En definitiva, la vegafobia nace del miedo y el desconocimiento ante lo nuevo. El veganismo desafía un estilo de vida y unas creencias que no han sido cuestionadas durante miles de años. Y ante la amenaza de una propuesta tan revolucionaria, mucha gente prefiere “disparar al mensajero” y odiar a los veganos.

Casi nadie siente aversión por los celíacos, los alérgicos a la lactosa o los vegetarianos por motivos de salud personal. Por las personas veganas sí. ¿Por qué? Porque nuestra presencia es un mensaje, implícito o explícito, de condena al especismo.

Y aquí está la clave.

En realidad, la vegafobia es el rechazo del antiespecismo. En este sentido, la vegafobia es la consecuencia lógica y la máxima expresión de la adhesión al especismo.

¿Cómo se manifiesta la vegafobia?

La aversión a la gente vegana se manifiesta de diversas maneras. Todas nos hemos encontrado con algunas o todas ellas en algún momento.

Burlas y ataques

La propaganda vegáfoba suele achacar a las veganas una serie de rasgos negativos, a menudo contradictorios, infundados e irrelevantes. Según ella, los veganos somos extremistas, fanáticos, sensiblones, hipócritas, misántropos, agresivos, hippies, anarquistas, ricos mimados, perroflautas, irracionales, sectarios, inocentes, etc. 

A veces, la hostilidad se disfraza de preguntas o bromas inocentes. Y si la broma no nos hace gracia, dirán que además de todo, los veganos no tienen sentido del humor…

Otras veces, el ataque es frontal, sea como bullying o como un tribunal improvisado en una cena familiar o un encuentro social. Si reaccionamos con demasiada firmeza, nos acusarán, una vez más, de extremismo y fanatismo.

Pero la hostilidad verbal es una forma de violencia y el bullying puede ser letal. En 2017 un niño vegano de 12 años se suicidó en el Reino Unido. Había sufrido constantes burlas, ataques y abusos de otros niños por ser vegano.

La vegafobia en los medios de comunicación

Aunque sea con mayor sutileza, los medios de comunicación, grandes y pequeños, también suelen transmitir un mensaje de minimización, desprecio y aversión hacia la comunidad vegana.

En 2011 se publicó un estudio titulado “Vegafobia: discursos despectivos del veganismo y la reproducción del especismo en los periódicos nacionales del Reino Unido”. Se analizaron 397 artículos relacionados con el veganismo publicados en 19 medios del país. De ellos, sólo 22 (el 5,5%) eran positivos. El 20,2% eran neutros y el 74,3% tenían una connotación negativa.

El mensaje antivegano en los medios de comunicación toma varias formas. A veces se ridiculiza el veganismo, otras se lo presenta como una moda. Algunos artículos describen a la gente vegana como extremista y agresiva, otros como ascetas, hipersensibles o hippies. A menudo se reduce el veganismo a un simple estilo de vida de respeto a la naturaleza o una dieta que podría ser o no ser saludable. También se transmite que ser vegano es difícil y complicado.

Uno de los ejemplos más flagrantes de desinformación vegáfoba es cuando sale una noticia del estilo “Niña vegana muere desnutrida…” La prensa cubre estos casos de forma tendenciosa resaltando el supuesto estilo de vida vegano de los progenitores sin examinar los hechos, las causas verdaderas del suceso o el contexto de casos parecidos entre la población general.

Más allá de su poco rigor periodístico, el efecto de estas noticias suele ser devastador. Siembran un miedo totalmente infundado y criminalizan de forma injusta a todo un sector de la población mundial. En realidad, se trata de un instrumento más en el esfuerzo colectivo por justificar la explotación y el consumo de animales.

Además, las industrias que se enriquecen de la explotación animal han redoblado su inversión para financiar organizaciones y estudios que prueben la falsedad de los argumentos veganos. Casi siempre, la relación financiera entre las industrias ganaderas y los autores de dichos “estudios científicos” acaba siendo denunciada por activistas y organizaciones veganas. Pero la prensa y los influencers que los difunden deciden ignorarla.

De esta manera, los medios de comunicación juegan un poderoso papel en el desarrollo y la normalización de la vegafobia.

Sugerencias de Google a “Por qué la gente odia tanto a los veganos”

Discriminación social

En un ambiente de vegafobia, el único resultado posible es la discriminación de la gente vegana.

Muchas veganas renuncian al regalo de Navidad de su empresa porque incluye una portentosa pata de jamón. O desisten de acudir al encuentro anual de antiguos alumnos porque la mayoría prefiere, una vez más, que sea en un restaurante de asado.

En hospitales y centros de maternidad, muchas veganas ven rechazada su solicitud de recibir una comida decente a base de alimentos de origen vegetal. Y ya en el ámbito de las instituciones públicas, hoy en día la gran mayoría de niñas veganas no puede recibir un menú vegano en las escuelas.

Miles de personas veganas son excluidas a diario ante la indiferencia de una mayoría que clamaría contra cualquier otro tipo de discriminación y exclusión social. “Es su elección, es su problema”, parecen decir, por activa y por pasiva.

En el fondo, fastidiar y apartar a un vegano sí evita un problema. El de sentarse a pensar y hablar con honestidad de nuestra relación con los demás animales.

¿Por qué callamos ante la vegafobia?

Ante las burlas, los ataques y otras muestras de hostilidad, la primera reacción de muchas veganas es de incredulidad, vergüenza y desesperación. Con frecuencia, preferimos callar y no alimentar el antagonismo contra nuestra persona o contra el veganismo. Tragamos nuestra rabia y luego corremos a desahogarnos en nuestro grupo vegano en redes sociales.

Además, cuando recordamos el sufrimiento de las víctimas del especismo a quienes queremos ayudar, es fácil pensar que nuestro problema no es tan grave. Nos puede parecer incluso banal quejarnos de unas burlas en la oficina mientras miles de animales están siendo asesinados en los mataderos.

Sin embargo, deberíamos reconsiderar nuestra actitud hacia la vegafobia.

Las veganas somos las únicas personas capaces de luchar contra la explotación animal. Somos los agentes del cambio y tenemos una misión: terminar con la esclavitud, la cosificación y la masacre de millones de seres sintientes cada día. Por eso, luchar contra la vegafobia significa luchar por un mundo vegano.

¿Qué podemos hacer?

“De la misma forma que el especismo se defiende atacando a los veganos, defender a los veganos es atacar el especismo”.

Joseph de la Paz

Debemos perder la vergüenza y sentir orgullo por estar del lado de los animales no humanos. Sin duda, es importante cuidar nuestras maneras, no comportarnos con agresividad y adquirir habilidades de comunicación efectiva. Pero al fin y al cabo, tenemos que continuar luchando, difundiendo el veganismo y construyendo un mundo sin especismo. 

Y en el camino hacia un mundo vegano, la vegafobia es una barricada que tarde o temprano tendremos que derribar.

En 2001, nació la Veggie Pride en Francia para animar a más vegetarianos éticos a “salir del armario” y denunciar el desprecio, la burla y la discriminación contra la gente vegana. Desde entonces, iniciativas similares se han expandido en numerosos países.

Por ejemplo, en 2019, la Unión Vegana de Argentina crea el Observatorio Nacional de la Vegefobia. En 2020, tras la demanda judicial de Jordi Casamitjana, un tribunal de Londres reconoce el veganismo como una creencia filosófica que debe ser protegida por ley contra la discriminación. Ese mismo año, en España, FEUMVE lanza una petición al Ministerio de Igualdad para que sea reconocida la vegefobia como otra forma de discriminación.

El camino aún es largo, pero ya hemos empezado a caminarlo. Si tú también sueñas con un mundo sin explotación animal, recuerda que la aversión a la gente vegana no es más que un mecanismo de resistencia al cambio que está llegando.

O dicho de otra manera, la vegafobia es un síntoma de que nos estamos acercando a un mundo vegano. ¡Sigamos avanzando!

Y tú, ¿qué piensas? Comparte tu punto de vista y tu experiencia con la vegafobia dejando un comentario aquí abajo. ¡Comparte también este artículo con quien creas que deba leerlo!

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