Deseo, de Miguel del Arco

Publicado el 01 febrero 2013 por Juliobravo
Desde hace un par de años, el nombre de Miguel del Arco se ha convertido en un extraordinario reclamo, y sus trabajos son lo que los anglosajones consideran un must, esos espectáculos que han de verse obligatoriamente. En tan corto período de tiempo, y especialmente gracias al impulso que le dio la pirandelliana «La función por hacer», Miguel del Arco ha pasado de ser un semidesconocido a convertirse en el director más buscado y reclamado de nuestra escena.
Se lo merece; primero, y por encima de todo, por el descomunal talento que ha exhibido en sus trabajos. Pero también por la perseverancia, el sudor y el arrojo demostrados a lo largo de su trayectoria (compartidos con su alter ego profesional, Aitor «kamikaze» Tejada). E igualmente porque Miguel es buena gente. Muy buena gente.
Acaba de estrenar en Madrid «Deseo», una obra escrita por él hace aproximadamente una década, y que descansaba en un cajón esperando su oportunidad. La ha tenido gracias a Pedro Larrañaga, un productor inquieto y avispado, que ha puesto en manos de Miguel un reparto más que apetitoso: Luis Merlo, Emma Suárez, Gonzalo de Castro y Belén López, y una producción más que generosa en estos tiempos de crisis y apreturas.
«Deseo» es un texto inteligente, sugestivo, y lo es (más, si cabe, el espectáculo), envuelto en penumbras, entorno ideal para la historia que cuenta, quebrada, sinuosa y marcada, claro, por el deseo; una historia de parejas cruzadas y juegos peligrosos y prohibidos, de silencios y revelaciones. Miguel la ha dirigido con el punto justo de sal y de pimienta para conseguir una función tan sensual como inquietante, que recorre como un escalofrío la espina dorsal de los espectadores en más de una ocasión mientras le hace reír y pensar. Es una función donde la temperatura sube y la electricidad llena el escenario.
Los cuatro actores juegan la partida de ajedrez que se les propone con astucia y dominio de la situación. Interpretan la partitura dándole el matiz adecuado, empastando sus voces para lograr una interpretación afinada. Belén López, a quien yo no había visto nunca en teatro, tiene el personaje a mi gusto más interesante: una mujer aparentemente segura y desenvuelta, pero en realidad frágil y enamorada, que cae en su propia trampa. Emma Suárez es la esposa correcta, en principio incapaz de abrir la puerta a los deseos prohibidos; Luis Merlo, recién separado de una mujer a la que quiere con locura, está dispuesto a pasar página y superar la situación; y Gonzalo de Castro juega entre dos mujeres y trata de que su tranquilidad no se tambalee. Una función, en definitiva, para disfrutar de principio a fin. 
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Tengo todavía pendientes, no se me olvida, los comentarios sobre «Hermanas», «El tipo de la tumba de al lado», Gerónimo Rauch (al que he visto en Londres en «Los miserables»), «Matilda, the musical» y «Kooza», el espectáculo del Circo del Sol que estará en Madrid el mes próximo.