Ante el proyecto de ser madre, me descubro en un limbo lleno de dudas y sin ninguna certeza. Me horroriza la idea de convertirme en LA madre abnegada; tampoco quiero ser una ‘superwoman’, y me atenaza el miedo de sentirme como esas madres arrepentidas como la de ‘Las horas’ o las que recoge el libro de Orna Donath.
Mujer, joven, 32 años. En este momento de su vida se describirá a sí misma como barcelonesa, feminista, comunicadora audiovisual, crítica, investigadora, docente y blogger. Especialista en cine y género, educomunicación y periodismo de paz. Responsable de comunicación en una fundación. Activista. Doctoranda precaria (vamos, que no recibe un euro por su trabajo de investigación). Hija, compañera, amiga. Sobrina, nieta, prima. Madrina. Seriéfila y cinéfila adicta. Fumadora reincidente a temporadas con sentimiento de culpabilidad. Vulnerable. Fiestera. Alegre, impuntual, autoexigente hasta la contractura cervical. Dormilona. Llorona. Con el corazón en México. Viajera con miedo –reciente– a volar. Amante de bichobolear (gracias, Erika Irusta, por el concepto) en el sofá. Extrovertida, luchadora. De izquierdas. Antimilitarista. Cristiana. Devoradora de libros. Escritora en formación. Integrante de la generación orwelliana (1984). Altermundista y de clase trabajadora. Soñadora. Miedosa.
Esta, a grandes rasgos, soy yo, y me ha costado mucho construirme y reconocerme en algunas de esas etiquetas. El orden ha sido aleatorio. Los adjetivos y sustantivos han ido surgiendo a medida que habría cajones interiores… Quizás he dejado algunos cerrados.
El caso es que he tenido la ocurrencia de querer añadirle a toda esa lista la palabra “madre” y ahí sí me he visto desbordada. No es algo inminente ni muchísimo menos. No estoy embarazada -familia, que no cunda el pánico-. Pero el proyecto ahí está y algunos días tengo ganas de volver a pensármelo mejor… Supongo que me encuentro en un limbo lleno de dudas y sin ninguna certeza y no creo que esté sola en ese limbo. Por eso he querido escribir este artículo. Porque en este mundo binario donde todo tiene que ser blanco o negro, bueno o malo, hombre o mujer, trans o cis, sí o no…, los miedos, las dudas y los “tal vez” tienen mal encaje.