Aunque a primera vista puede parecer que el título del artículo es un trabalenguas, nada más lejos de mi intención, simplemente se trata de expresar mi rechazo ante la avalancha de palmaditas en la espalda que los políticos se preparan para darse ante el respiro que les suponen los datos de desempleo veraniegos.
Todos sabemos que hay ciertas épocas del año en que el desempleo desciende, porque aumenta la ocupación estacional (semana santa, verano y navidades principalmente), sin embargo, la cuestión no es tanto si aumenta o desciende el empleo sino en qué medida lo hace en relación a lo que es normal en esa época.
Sé que parece enrevesado, pero no lo es. Si estudiando la serie histórica de datos vemos que la media de crecimiento de empleo en julio es de 100.000 personas y, este año, el empleo crece en 110.000, tendremos una buena noticia pues al desestacionalizar el dato, seguiremos creando empleo. Sin embargo, si el empleo crece en 80.000 personas, por mucho que haya creación de empleo, se crearán 20.000 puestos menos que otros años.
Como cada verano, tengo la sensación de que se afanarán en hacernos creer que la crisis se acaba, que remontamos poco a poco, sólo para que gastemos más durante las vacaciones y creamos que, en septiembre, la realidad no nos va a dejar un ojo morado al golpearnos en la cara. Ojo con los datos, que como todo lo que viene de arriba, suelen ser engañosos.