Desgarrados y excéntricos

Publicado el 06 marzo 2018 por Rubencastillo

Es más que evidente. Se puede discrepar (yo discrepo) de las posturas ideológicas y religiosas de Juan Manuel de Prada. Se puede considerar que ha conducido su actividad articulística por senderos no del todo razonables. Pero lo que también me parece evidente es que el cabronazo escribe como Dios. Una de las demostraciones palmarias es su muy voluminosa obra Desgarrados y excéntricos (Seix Barral, Barcelona, 2001), con la que he disfrutado por segunda vez y que, también por segunda vez, me ha estremecido. He disfrutado con los primores de la sintaxis y el léxico de Prada; y me he estremecido pensando en la crudeza que puede mostrar el mundo de las letras con los ilusionados advenedizos que llegan a él con las alforjas no demasiado repletas de talento (o quizá sí repletas, pero careciendo de instinto depredador). Las vidas de estos pobres mediocres son terribles, y también ilustrativas, y también llorosas. Hay en ellos (aunque pueda parecer lo contrario) muchas lecciones que aprender, quizá porque fueron los últimos ilusos. Lo único que yo le reprocharía a Juan Manuel de Prada es que haya abordado la crónica de sus existencias y de sus obras con ese despiadado tono general que adopta, y que lo acerca a la crueldad umbraliana. Un leve cachondeo es admisible (o puede serlo); una ligera mirada cínica puede ser aplaudida por los lectores. Pero el ensañamiento sistemático (se disfrace de lo que se disfrace) es poco amable. Dicho eso, la obra es literariamente soberbia. No me supone ningún problema reconocerlo y pregonarlo.
“La literatura también se construye con la mampostería del olvido, y no sólo con las vigas maestras de la celebridad”. “En España las noticias se construyen con rumores, y no con la sustancia aburrida de la verdad”. “Sus palabras, como las de cualquier hombre libre, pastorean de todas las ideologías y de ninguna”. “En España el pensamiento no encauzado siempre ha provocado ronchas y sabañones”. “Todo odio constituye, en el fondo, una expresión amarga de la veneración”.