El admirado Guardiola, como vengo diciendo desde mediados del año pasado, es el cáncer del equipo, no ése que desde hace tanto tiempo está afligiendo a Abidal.
El fútbol es un juego de efectividad no de posesión y lo que todo entrenador tiene que buscar es la efectividad, no la posesión.
Yo llevo viendo, y jugando modestamente, fútbol casi 80 años, tenía que ser muy bruto para no haber comprendido la esencia de este juego.
No se puede intentar traspasar a él conceptos, estrategias y tácticas de otros deportes porque la cosa no funciona. Las canchas de baloncesto y fútbol sala, hacen a sus deportes esencialmente diferentes del fútbol.
En este juego es más importante aún que el ataque, la defensa porque los resultados de baskett y futbol sala se caracterizan por el enorme número de tantos que se marcan, entonces, prima el ataque sobre la defensa, en un deporte como el nuestro, no, porque es dificilísimo marcar un gol entre equipos parejos, de modo que lo decisivo es mantener tu portería a 0 y, después, lo que sea.
Bien, hace unos días escribía yo por aquí del 1º de los grandes entrenadores que revolucionó totalmente la estrategia de este juego: si lo importante, si lo decisivo es marcar, por lo menos, un gol más que tu adversario, mantener tu puerta a O es absolutamente esencial porque así, por lo menos, no te ganan.
En cambio, si tú cifras tu estrategia en atacar y atacar, el contrario, mucho más inteligente que tú, poblará su zona de defensa con todos sus jugadores, creando una espesísima barrera natural de piernas, imposible de salvar, tanto más si a las del contrario se suman las tuyas propias. El resultado es que marcar un gol deviene casi imposible, mientras que a ti es facilísimo que te lo marquen porque al concentrar a tus hombres en campo contrario, dejas una serie de enormes autopistas para que jugadores rápidos, buenos atletas, libres de marca, corran hacia el gol con todas las garantías.
Esto es tan evidente que no necesita racionalmente demostración, pero es que, además, ahí está la realidad real para constatarlo. Los últimos partidos del Barça crean una evidencia.
Sólo tengo, racionalmente, un problema: el Barça ha gando 13 de los 16 campeonatos en los que ha participado y, además, Valdés, su portero, ha sido 3 ó 4 años premio al menos goleado de todos los porteros.
Claro que sí, con 8 de los campeones del mundo, de los mejores futbolistas, probablemente, de la historia, no se podía hacer otra cosa que ganar.
En cambio, Italia ha ganado no sé cuántos campeonatos del mundo, haciendo precisamente lo que yo propugno. Una defensa casi infranqueable, el famoso “catenaccio”, y, luego a esperar que sus delanteros aprovecharan los numerosos espacios libres de los que iban a gozar.
La penúltima copa de Europa la ganó también un equipo Italiano con una plantilla que ahora da verdadera pena, jugando un fútbol en el que incluso delanteros prodigiosos, como Etoo, jugaban de defensas.
Como decía yo el otro día, me avergüenza escribir todo esto porque son las verdades de Perogrullo.
El mito del Barça de Guardiola se desvanece y no por culpa de los jugadores sino de un “técnico” sobrevalorado. Con otro entrenador solamente humilde y sensato, este equipo no hubiera perdido estos últimos partidos.
El que no lo vea así, es porque no lo quiere ver.
Yo no sé si viviré lo suficiente para deciros a ti, Futbolín, y a ti, Joan, ¿veis como tenía yo razón? Este equipo del Barça de ahora no tiene 8 campeones del mundo, ni al genio más grande de la historia, pero no es tan fácil, tan asquerosamente fácil marcarle un gol.