Hay personas que llevan esas supersticiones al límite, pudiendo llegar a convertir sus vidas en una continua pesadilla, pues son capaces de atribuir la causalidad de cualquier percance que les ocurra a su mala suerte. Una persona puede llegar a creer que ha suspendido un examen porque se olvidó en casa el amuleto que le acompaña siempre que ha de examinarse o que su pareja le ha dejado porque esa mañana ha tenido que pasar por debajo de una escalera porque no le daba tiempo a dar la vuelta, si no quería llegar tarde al trabajo.
Estrella PisaPsicóloga col. 13749