Deshonor

Publicado el 22 julio 2011 por Cronicasbarbaras

La dimisión de Francisco Camps hace recordar que gran parte de la historia de España se construyó sobre el respeto al honor, tanto, que el plebeyo alcalde de Zalamea advertía que esa cualidad moral era patrimonio de el alma, que era de Dios, pero nunca del rey.

En todo el mundo conocido se temía a los españoles por su inflexible y cruel sentido del honor, que retrataba Calderón en el alcalde Pedro Crespo.

Aunque resulte inocente, Camps perdió parte del suyo al retrasar demasiado su dimisión tras acusarlo Garzón de recibir trajes de regalo de la trama corrupta Gürtel, vinculada a distintas personalidades de su partido.

Pedro Crespo no habría actuado como Camps ni como el propio Garzón, al que han echado de la Audiencia Nacional por sospechoso de prevaricación y cohecho.

Crespo mató a quien lo deshonró. Habría combatido también hasta morir por mantener su honor limpio, como hacían nobles y plebeyos.

Camps habría podido seguir como presidente valenciano con aprobación mayoritaria declarándose culpable de cohecho impropio, un pequeño delito, y pagar una multa por haber aceptado unos trajes de regalo. Pero habría perdido absolutamente todo su honor.

Aunque en principio parece que no concedió favor alguno a cambio de los trajes, ya se verá, recordemos un paralelismo: un juez retorcido podría encausar a Zapatero por aceptar las anchoas que le regalaba Revilla, a pesar de que la entrega era pública, no privada como en el supuesto caso de Camps.

Con esta dimisión el PP ha ganado una formidable arma para atacar, por comparación, al nuevo ministro Camacho, pero sobre todo a Zapatero y Rubalcaba por el caso Faisán.

Avisar a los etarras para que huyeran, aunque fuera para alcanzar “¡como sea!” la deshonrosa paz zapateril, fue traición, indignidad, una felonía que, aunque no se castigue legalmente, será un baldón para el honor de ellos, y de todos los españoles.

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