Desinstrucciones para mirar (y mostrar) un girasol

Por Impermanencia

Inmóvil, en la inquietud del aire, una planta de girasol silvestre yergue sus cabezas amarillas, ¿Qué es ésta planta tan común, tan humilde? Para el pintor Van Gogh es una criatura de Dios y la pinta con detalle casi amoroso. Para un botánico es una muestra de la flora de un lugar determinado, y así, colecta la flor, la prensa entre papeles, le pone una etiqueta con un elegante nombre latino: Helianthus annus y la almacena. Un granjero, en cambio, la considera una planta dañina que le roba agua y nutrientes a su cultivo; así, toma una azada y de un golpe acaba con ella.

Manuel Rojas Garcidueñas

Se cree sin repasar muy bien el porqué, que la palabra girasol contiene la suficiente información para (re)conocer a aquella planta tan común. Creemos también que si al otro le decimos ¡Mira, un girasol! va a entender lo que vemos, lo que nos llama la atención (su forma, su color, que nos remita a Van Gogh, o a un regalo, etc). Podemos decirle al otro que observe a esa planta en particular señalando con el dedo, haciendo una fotografía o una pintura o de distintas maneras.

Para alguien que su lengua materna ha sido el nahuatl al girasol se le nombra chimalxochitl (flor escudo), alguien que se ha empapado con el español jamás pensaría en la frágil estructura del girasol como un escudo. Los campesinos lo llaman "maíz de teja" porque sirve de alimento para el ganado, y el citadino lo usa como escenario: se hace selfies en los campos o con una flor cortada y embarcada.

A alguien le puede fascinar su forma y a otra persona hacerle girar los ojos de hartazgo y aburrimiento. Lo que veo y siento no es lo mismo que lo que ven los demás.

El reto más grande de la fotografía no es plasmar lo que vemos y sentimos en una fotografía (con trabajo personal se logra) sino hacerle ver al otro eso que nos llevó a fotografiar algo. Sin embargo nuestra obra nunca está del todo terminada: el observador de las fotografías imprime sobre las mismas sus inquietudes, su cultura y su ser.

La magia de la fotografía es que cambia cada que alguien más la observa.

Una misma y fija impresión es siempre variable.

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