Elegir mi capítulo favorito de esta película resultaría muy complicado.Pero si tuviera que elegir uno para ver una y otra vez, uno que no me importaría en absoluto que el dvd se rayara y comenzara a reproducirlo una vez acabado de nuevo, probablemente sería este.
A continuación, aparición estelar de Hitler. ¡Grandeee! Tarantino nos da a un gran Hitler, a un Hitler divertido, ridiculizado. Y cabreado porque los bastardos los están jodiendo a base de bien. Tendremos en paralelo, entonces, la audiencia de Hitler con un soldado alemán que sobrevivió a los bastardos, y las escenas de lo que sucedió aquel día con ese soldado y los bastardos.
Ahí comprobamos lo cachondos y bestias que son los bastardos. Y por eso, les amamos. Vamos a ver cómo putean a base de bien a unos nazis. Mención aparte, tiene la presentación de Hugo Stiglitz, un alemán que se cargó a varios de los suyos, y al que los bastardos van a rescatar a prisión. Genial esa parte. Con ellos irrumpiendo cargándose a todos, apareciendo poco a poco frente a la celda de Hugo con esa música -siempre bien elegida por Quentin-, Brad Pitt proponiéndole sumarse a los bastardos. Ese momentazo en el que un nazi malherido gime en el suelo y un bastardo -no recuerdo cuál- lo calla de un tiro sin mirar. Lo que yo diga, este capítulo es muy tarantiniano.
Bien, los bastardos siguen torturando a los soldados nazis que se han encontrado, entre risas. Y llaman al Oso Judío. Oh Dios. Me da igual que Eli Roth haya dirigido cosas como Hostel, como si hubiera dirigido una película sobre que las hojas se caen de los árboles. Me declaro fan de este hombre gracias a esta película. Lo amo, irremediablemente. Está jodidísimo de la cabeza. El Oso Judío aparece en escena para reventarle la cabeza a un nazi con un bate de beisbol. Aparece desde una especie de un túnel oscuro, avisando con golpes del bate.
Y sí, después es cuando aparece Eli Roth con su cara de loquísimo, y el Oso Judío hace su trabajo. Y se pone a gritar cosas como un auténtico pirado. ¿Es o no es amor?
Uno de los soldados nazis, el que logró sobrevivir, después de tal panorama, se ofrece a contestar lo que dicen los bastardos. Lo dejarán irse vivo, pero con dos condiciones: primero, debe contar lo que allí ha sucedido; y segungo, se irá con una marca especial. Porque a los bastardos no les gusta que los nazis puedan quitarse el uniforme. No. Quieren que se pueda ver que son nazis siempre. Para ello, ¿qué mejor que dibujarles con un cuchillo en la frente una esvástica?
Lo que yo diga: amamos a los bastardos. Yo los amo, al menos. Y bastó solo este capítulo para hacerlo. Tienen carisma, tienen un gran líder, tienen ese estilo tarantiniano, tienen gracia, tienen buenos métodos. Tienen talento en lo suyo: joder y matar nazis. Después de un primer capítulo con un enorme Hans Landa y tensión, Tarantino nos regala uno de descanso, uno divertido, uno en el que nos da a conocer a sus bastardos, para que los adoremos, del primero al último.
Es un poco complicado de explicar. Lo mejor que se puede hacer con este capítulo, es sentarse y disfutar de él. Imposible no hacerlo.