Desmontando a Relaño

Publicado el 13 julio 2012 por Romanas

 Hay una serie de nombres directamente culpables de la podredumbre que aflige al fútbol español.
 El 1º, claro está, es el de Florentino Pérez, FP.
 FP es un megalomaníaco, sufre una exacerbada manía de grandeza, creo que proviene de una familia humilde y que su padre era, como ahora es él, un furibundo partidario del Real Madrid, RM. Iban los 2,cogidos de la mano, cada 2 domingos, a ver cómo el RM perpetraba sus grandes canalladas, porque, “in illo tempore”, lo juro sobre el más grande montón de Biblias que pueda prepararse, las canalladas madridistas eran mucho mayores que las de ahora, que ya es decir, porque todavía gozaba de una mayor impunidad pues no en balde era el equipo favorito del canallesco dictador aquél que dijo que lo había dejado todo atado y bien atado, y el jodido enano supo siempre muy bien lo que hacía y decía. De modo que FP se forjó en la dura escuela de las canalladas madridistas y de la descarada protección del poder político, de tal manera que considera ambas cosas no ya sólo naturales sino esencialmente exigibles en una sociedad tan denigrante y denigrada como es la española. Para FP, él y el RM, precisamente por ese orden, tienen derecho a todo en un país que, desde siempre, ha sentido predilección por el abuso de poder.
 El RM es, quizá, la más famosa de todas las instituciones sociales españolas. Con él ha pasado y pasa, por ejemplo, lo que con los Lakers, que son un famoso equipo de baloncesto de los Usa. Yo, de los Lakers, sólo sé esto que acabo de decir. No sé cómo ni por qué ha llegado a ser una de las instituciones punteras del deporte de allí. No sé quién la creó y la dirigió hasta ahora, ni los procedimientos que utilizó para llegar a ser lo que es.
 Lo que quiero decir con esto es que el mundo no tiene, o no puede, saber cómo y por qué el RM ha llegado a ser lo que es en este desgraciado país que es el nuestro. Lo cierto es que durante 40 años no fue ni más ni menos que la única justificación de uno de los dictadores más crueles y sanguinarios de la historia. Franco seguramente conoció a Hitler más de lo que cuentan los libros de historia. Y lógicamente oyó a éste hablar maravillas de el que era su hombre clave, Joseph Goebbels.
 Goebbels es seguramente para la teoría fundamental de la prensa y propaganda políticas tan importante o más que Marx para la teoría de la económica politica. Así, si Marx dijo aquel señero mandamiento de todo es economía, Goebbels no le fue a la zaga y pergeñó aquella otra frase no menos genial de todo es prensa y propaganda: una mentira mil veces repetida se convierte automáticamente en una verdad incontrovertible, la cuestión sólo reside en tener el poder suficiente para que dicha mentira sea repetida por lo menos esas mil veces.
 Franco supo de primera mano todo esto por medio del que era entonces su mejor aliado que estaba casi tan interesado como él en que el fascismo a la española que el generalito personificaba triunfara de una manera absolutamente decisiva.
 El problema es, o era, que resultaba muy difícil, si no imposible, justificar universalmente un régimen como el del generalito que se había impuesto no a través de las urnas, como hizo Hitler, sino a través de la pura y canallesca fuerza física de las armas y contra un régimen legítimamente implantado, mediante elecciones.
 Pues, bien, aquella mente maquiavélica y retorcida, que sabía que su canallada no tenía ninguna clase posible de justificación, tal vez pensó que podría encontrarla en los éxitos deportivos de un equipo de fútbol y consagró toda su energía política en ese proyecto deportivo.
 Al triunfo del RM se dedicó una buena parte de la energía sociopolítica de un régimen absolutamente canallesco que ha pasado a la historia a la altura de los peores del mundo, igualando, si no superando, a los de Hitler y Mussolini. Toda la fuerza, todo el empeño de este particularísimo tirano, feroz partidario de las ideas de Goebbels, se concentró en hacer del RM uno de los equipos de fútbol más famosos del mundo. Y parece ser que lo consiguió. No importó que, para ello, hubiera que pudrir todas las organizaciones que, de algún modo, se relacionaran con él, creando así, parece que para siempre, un modelo de organización y superestructura que, seguramente, va a pervivir para siempre en una sociedad tan podrida como la nuestra.
 Todo, absolutamente todo lo que se relacionaba con el RM tenía absoluta preferencia a los ojos del tirano. Se crearon, frente o para la galería, instituciones teóricamente imparciales que rigieran el fútbol dando la impresión de imparcialidad. A semejanza de otros países, aquí, también hubo una Real Federación de Fútbol que simulaba ser la encargada de regular las competiciones de forma neutral, y dentro de  ella órganos encargados de administra la justicia deportiva. Todo esto no era más que un simulacro tendente a dar, frente al extranjero, una apariencia de normalidad, pero la realidad es que todo estaba montado, dirigido, organizado, estructurado, de tal forma que los intereses del RM se impusieran siempre indiscutiblemente.
 Todos los hombres que ostentaban alguna clase de poder en aquel tinglado absolutamente asqueroso, habían de haber demostrado su inquebrantable lealtad al RM, desde los presidentes de la Federación a los de los Comités de justicia deportiva, pasando por el de los árbitros, totalmente decisivo a la hora de resolver los encuentros.
 Algunas de las decisiones de dichos organismos han pasado a la historia de las aberraciones universales del deporte. No vamos ahora a enumerarlas aquí, entre otras cosas porque están en la memoria de todos.
 El problema es, el desdichado problema, es que de aquellos polvos devienen estos lodos, y que en la memoria de los pueblos, el famoso “volkgeist”, pervive para siempre todo lo que en su nombre se hace, de manera que ahora está ya tan arraigado que al RM y hay que favorecerle siempre que esta idea ha devenido en una costumbre tan arraigada como intangible e incluso los directos perjudicados por sus evidente desmanes asumen con ejemplar resignación este estado de cosas y a lo más que se atreven es a gritar desde la grada eso de “así, así, así gana el Madrid”, que no parece sino un desesperanzado lamento, pero nunca se atreverán a adoptar por unanimidad una posición clara y decidida que trate de acabar con estos desmanes.
 Y esta situación, como decimos, se halla tan arraigada que ni siquiera influye nada en ella el hecho de que todo lo que sucede en este mundo alcanza en el momento en que lo hace categoría de suceso universal, de modo que todo el mundo pudo ver la alevosa agresión de Mourinho a Vilanova y el no menos alevoso pisotón de Pepe a la mano de Messi, y las consecuencias que de tan reprobables y escandalosas acciones se han derivado desde el punto de vista de su sanción y como ese engendro de personaje, Villar, no alcanzará nunca la categoría de persona, se permite como si de un reyezuelo oriental o africano de los antiguos, se tratara conceder un indulto (?) a un personaje tan siniestro y macarresco como el tal Mourinho.
 Todo ello con el complacido beneplácito del inefable Relaño, el creador de una de las más asquerosas teorías de la historia universal de la infamia, el Villarato, según la cual, el club perjudicado por estas clamorosas canalladas es precisamente el que manda de una manera absoluta en el fútbol español, a pesar de una serie de hechos que la contradicen radicalmente: que el tal Villar, presidente vitalicio de la Federación, abofeteara pública y ostensiblemente al santo y seña del barcelonismo, Cruyff, casi simultáneamente a que el encargado supremo de la designación de los árbitros para cada partido, le hubiera dicho reiteradas veces a este mismo señor que “se cagaba en los pantalones abajo cada vez que su equipo se enfrentaba al RM”.
 Pues, bien, a pesar de todo esto, a pesar de la desvergonzada evidencia en su contra, éste Relaño, no seguidor sino émulo del tal Goebbels, sigue impertérrito su campaña de que el Villarato a quien realmente beneficia es al Barça, a pesar de que en la liga pasada, los esbirros inmediatos  de Villar, sa han permitido ni más ni menos que pasarse todo un año, 365 días, sin pitarle un sólo penalti en contra a esos angelitos de Murillo que son Pepe, Sergio Ramos, Marcelo, Albeloa, Alonso, Kedira, etc. mientras que al Barça, premio a la deportividad del año, llegaron a pitarle más de uno en el mismo partido.
 En fin, ésta es la historia, a grandes rasgos de uno de los temas más podridos de este país en el que tenemos la desgracia de vivir y que, como decía ayer mismo, Futbolín, no es tan apolìtico como a 1ª vista parece.