Esta la reflexión que escribí para la revista UTOPÍA, que hoy sale publicada, y que comparto en éste blog, ya que hay que relacionar críticamente el que muchas personas tengan que huir de la guerra para salvar la vida. Paremos sus guerras.
“Vivimos en una sociedad de consumo en la que se fabrican armas como un enorme negocio”.
Michel Collon, en su genial artículo “Diez guerras, diez mentiras mediáticas” desmenuzaba todo un inventario de la desinformación a partir de guerras como las de Afganistán, Bosnia, Irak o Venezuela… que siempre tenían un mismo patrón: El mito que parte de una mentira mediática, ampliamente difundida al más puro estilo Goebbeliano, un perverso objetivo real y unas terribles consecuencias.
Collon nos lo contaba así: “Contra Venezuela y Ecuador, Bush recupera la estrategia de las «armas de destrucción masiva». Como todas las guerras van precedidas por una gran mentira mediática, esta fue la suya. Bush amenaza a Venezuela y a Ecuador. ¿Mañana a Irán? ¿Y después? ¿A quién le tocará el turno?.
Con el presidente Uribe, narcotraficante y exterminador de indios donde los haya (y cuatro millones de desplazados) en el papel de marioneta. Uribe pretende haber hallado en el indestructible ordenador de Raúl Reyes (FARC), las pruebas del apoyo de Chávez al «terrorismo» y a la militarización de la región. Periódicos como Le Monde se hacen eco de esta campaña de propaganda para la siguiente guerra de Bush… Recordemos simplemente cuántas veces los mismos Estados Unidos y los mismos medios de comunicación ya nos manipularon. «Nos justifican» cada gran guerra con lo que más tarde aparecerá (demasiado tarde, ya) como una información falsa.
Pero veamos tres sintéticos ejemplos y lo entenderemos mejor:
+ Mentira mediática: Los serbios cometen un genocidio sobre los albaneses de Kosovo
+ Lo que supimos después: Invención pura y simple de la OTAN, como reconoció Jamie Shea, su portavoz oficial.
+ El objetivo real: Imponer la dominación de la OTAN sobre los Balcanes, y su transformación en policía del mundo. Instalación de una base militar estadounidense en Kosovo.
+ Las consecuencias: Dos mil víctimas de los bombardeos de la OTAN. Limpieza étnica de Kosovo por la UCK, protegida de la OTAN.
2. Guerra de Afganistán (2001):
+ Mentira mediática: Bush pretende vengar el 11-S y capturar a Bin Laden?
+ Lo que supimos después: No hay ninguna prueba de que exista Al Qaeda. En cualquier caso, los talibanes habían propuesto extraditar a Bin Laden.
+ Objetivo real: Controlar militarmente el centro estratégico de Asia, construir un oleoducto que permitiera controlar el suministro energético del sur de Asia.
+ Consecuencias: Una larga ocupación y un gran incremento de la producción y el tráfico de opio.
3. Guerra de Iraq (2003):
+ Mentira mediática: Sadam poseía peligrosas armas de destrucción masiva, como afirmó primero Colin Powell a la ONU, probeta en mano y más tarde nuestro abyecto Aznar, junto a Blair y Bush –el trio de la Azores- con la complicidad de Barroso, el anfitrión.
+ Lo que supimos después: La Casa Blanca ordenó a sus servicios que falsificaran o fabricaran las pruebas (asunto Libby).
+ El objetivo real: Controlar todo el petróleo y chantajear a sus rivales: Europa, Japón, China…
Consecuencias: Iraq hundido en la crueldad, las mujeres relegadas a la sumisión y el oscurantismo.
Pero como el fuego no se apaga con más fuego, ni el horror no se acaba con más horror, más pronto que tarde tendremos que acabar con este enloquecimiento que parece necesitar el sistema capitalista para sobrevivir.
Estamos convencidos que la escalada de violencia y guerras reinante en el mundo actual sólo se puede parar, erradicando el suministro de armas, así como el material de doble uso, máxime cuando haya dudas razonables sobre en qué manos pueden llegar a caer. Además, debe cortarse también la financiación, el adiestramiento y el suministro de dichas armas a cualquier grupo armado, mediante una resolución e intervención de las Naciones Unidas; además pensamos que todo ello debe complementarse acabando con la injerencia armada y militar en terceros países y ayudándoles por otros medios, a través de Naciones Unidas, a lograr procesos de paz en las regiones en conflicto fomentando su desarrollo sostenible.
Si en Irak ya sabemos que las armas de destrucción masiva fueron una burda mentira, difundida y avalada por el trío de las Azores, en Afganistán también lo fue que estuviéramos en misión humanitaria, pues los objetivos reales eran los negocios del petróleo, así como vigilar militarmente ese centro estratégico para construir el oleoducto que permitiera controlar el suministro energético del sur de Asia.
En resumen y como bien señalaba Michel Collon, todas las guerras van precedidas y “justificadas” por una gran mentira mediática. Ergo, para impedirlas es imprescindible destapar estas mentiras mediáticas cuanto antes y de la forma más amplia posible. Ojalá contribuya en alguna manera este número de UTOPIA para ahondar en ese interés ya que en la guerra de la información, la verdadera fuerza es nuestra. El resto, en las siguientes reflexiones.
Y siempre un grito bien fuerte de NO A LA GUERRA, no en nuestro nombre. Paremos las guerras.
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