Desnudando a la vieja serpiente

Por Mugen

Soy un gran fan de la saga metal gear, Sons of Liberty es lo más y he jugado a los acid hasta la extenuación de mis falanges. Me pongo palote cada vez que Snake dice apesadumbrado que ni es un héroe ni nunca lo ha sido, básicamente porque los héroes no van por ahí dando matarile a papis y hermanitos.

No soy de los que se quejan por la cantidad de cinemáticas, de hecho las disfruto con enorme gozo, valiéndome incluso de pañuelitos de papel para secar y limpiar mis atribuladas emociones. Jugar al metal es jugar a un producto mainstream, pero con más licencias y patadas a la realidad que Leticia Sabater al guión de su antaño erótico-horripilante programa infantil; vamos, que Kojima haciendo lo que le sale de la huevada vende más que esos que ponen todas las cautelas para que su juego sea lo más cool, los más trendy y lo más retro-vintage, de lo cual salen chuminadas como Final Fantasy XIII (sin intención de trolear a los fans), con su prota femenina súper hipster, la ropa de muchos y ofensivos colores rollo Fama a Bailar, los nombres-ventosidad tipo Fal´cie, así como una dificultad a medida de la inteligencia de los chimpancés indonesios. Mira tú que cuando Kojima decidió no hacer caso a su mente de súper-genio, y sí a las opiniones de unas cuantas colegialas japonesas gótico-lolitas a las que les disgustaba jugar con un tipejo tan poco carismático como Snake, fue que decidió inventar a Raiden, que era como Shinji de Evangelion hasta que se transformó en un ciborg-ninja entrenado en técnicas de rastreo por un monje tibetano (esto es cierto).

Aun siendo muy fan, resulta que, meditando profundamente, he caído en la cuenta de que hay algunas cosas un tanto ridículas, no respecto de las licencias del tipo, éste vuela, el otro no muere, etc., ni tampoco respecto a las pequeñas incongruencias cronológicas que parece haber, sino respecto a aspectos de pura coherencia interna. ¿Qué quiero decir con coherencia interna?, muy fácil, si ponemos como premisa que hay hombres con poderes extraordinarios y aparece un hombre con poderes extraordinarios eso es internamente coherente. Si en cambio ponemos como premisa que Big Boss tiene un coeficiente intelectual de un trillón de miriclodianos, y el lumbreras se monta un poco sin querer una empresa de soldados mercenarios inspirado en el fondo por el deseo de libertad frente a la pretensión de control total de Zero (los Patriots ya sin Big Boss, Ocelot y Eva), tal cosa, desde mi punto de vista, peca de ser, al menos en cierto grado, internamente incoherente. Recordemos un tipo de conversación que se da con bastante frecuencia en Peace Walker:

Miller: Oye, Snake, ¿por qué no mandamos a nuestros soldados como mercenarios al servicio de cualquier girao que tenga pasta para pagarnos, y así nos hundimos en el pantano de la inmoralidad?

Snake: ah, sí, qué idea tan buena.

Miller: Hey, Snake ¿por qué no montamos nuestra propia nación-mega-fortaleza en el mar, seguro que así nos dejan tranquilos, a quién le importa que cien mil chalaos armados se instalen cual batea de mejillones en medio del océano?

Snake: sí, sí, dale caña. Miller: Snake ¿construimos nuestro propio Metal Gear por si acaso nos ataca Godzilla? Snake: coño, me lo has quitado de la mente.

El hecho de que Big Boss demuestre tener tanto criterio como Hanna Montana no me gusta un pelo, bien podría haber ido directamente a por el cuello de Zero, y más cuando se enteró de la jugarreta del proyecto Les Enfants Terribles -y eso sí que hubiese sido épico- (recordemos que fue su comandante, su amigo, que los dos amaban a The Boss, y que Zero idolatraba a Big Boss por los acontecimientos de Snake Eater, pero que ambos tomaron caminos opuestos por la percepción que cada uno tenía de los ideales de The Boss, y que toda la pajarraca que se montó luego es consecuencia de esa divergencia de interpretaciones) en lugar de andar por ahí como un pollo sin cabeza montando paraísos (Outer Heaven), dando así por terminado el perverso control planetario de la población que Zero consumaría con la construcción de las IA´s, y que después sería muchísimo más complicado de destruir.

(Soy una persona moderada, por ello es que barajo otra posibilidad para todo lo sucedido después de Snake Eater: que Big Boss se quedó hasta tal punto hecho polvo por el asesinato de The Boss que cayó en una especie de deriva existencial que duró hasta su muerte definitiva y que le impidió reaccionar como un machote, la misma deriva que afectó a Hamlet en la obra homónima, si bien éste sí supo emprender venganza)

Otra incoherencia, dolorosa donde las haya, es la manifestada por The Boss en su confesión final en Snake Eater. Si en general una obra que pretende ser buena debe estar bien cuidada en todos sus aspectos, un personaje como The Boss debiera estar cuidado hasta la más absoluta perfección (y de hecho el diseño es inmejorable, esos ojos, esa mirada…), por su centralidad y protagonismo en la obra.

La cosa es que The Boss es hija de uno de los miembros fundadores de una organización llamada Los Filósofos creada a principios del siglo XX. Esta organización tiene fondos casi ilimitados, los cuales utiliza para el noble ideal del mantenimiento de la paz mundial. Resulta que esta organización, con el paso del tiempo y la muerte de casi todos sus miembros originales, se corrompe. Un majara de la talla de Volgin roba el pastel y las tres potencias, USA, URSS y China se ponen en pie de guerra por recuperar lo que desde entonces se llama El Legado de Los Filósofos (una piscina llena de dólares como la del Tío Gilito). Boss mantiene aquel ideal original de Los Filósofos (y por él se sacrifica), pero cuando trata de explicárselo detalladamente a Naked Snake, su inconsistencia se hace evidente; en relación a los Filósofos da a entender lo siguiente: “consistía en un gobierno de sabios que distinguía entre el bien y el mal, por el cual el mundo se mantenía unido´´.

La corrupción del ideal del buen gobierno se ve, por ejemplo, en Hamlet (obra que a su vez bebe de fuentes antiguas, es decir, que es una historia que con variantes es recurrente en diferentes culturas y épocas), cuando el virtuoso rey, padre de Hamlet, es asesinado por un usurpador de baja talla, y toda la corte se llena de la pestilencia del poder corrupto. Pero este ideal es claramente inconsistente en la edad moderna. Quizás hace unos buenos cuantos siglos, un rey se creyese con la facultad para determinar respecto de lo que es bueno o malo, pero hoy sabemos que esas facultades no se apoyaban sino en la idea de que los reyes se consideraban a sí mismo vicarios de Dios, es decir, que por sus huevos esto era esto y aquello, aquello. Hoy en día en cambio nos preguntamos, ¿qué es bueno, qué es malo? y, en cualquier caso, gustamos del hecho de que decidir eso sea cosa individual para la vida de uno así como colectiva para la vida de todos. El ideal de The Boss, por tanto, es una ingenuidad, una incoherencia (porque la persona que lo piensa no es ingenua), incluso una patochada ridícula cuya inconsistencia es a su vez la inconsistencia de las historias de Big Boss, Zero, los Patriots, etc.