Desolación

Por Siempreenmedio @Siempreblog

imagen extraída de rtve.es

Columnas de humo, árboles ardiendo, casas calcinadas, gente desplazada de sus hogares, incertidumbre, preocupación, temor. Esa ha sido la tónica en las últimas semanas al contemplar las imágenes de los incendios forestales que han arrasado (y están arrasando) las Islas. Por muy poco ecologista que uno sea, no se nos deja de encoger el alma al observar tanta devastación. No puedo asimilar que haya gente capaz de prenderle fuego a un monte por pura diversión o por cualquier otro interés oculto. Y por bárbaro que pueda parecer, de lo que dan ganas es de coger a los culpables y meterlos ahí entre las llamas, para que vean lo que es bueno.

Estimados lectores, tengo que reconocer que estoy desolada e indignada por este tremendo atentado contra la naturaleza. Es verano, hace calor, no ha llovido nada en el invierno y está todo seco; por lo que es normal que se produzcan incendios. Pero lo que no está tan claro es que ardan dos o tres islas al mismo tiempo; que aparezcan conatos de incendios aquí y allá, que no se cuente con los medios necesarios y que tenga que venir un país “vecino” como Marruecos a prestar un par de hidroaviones porque aquí no damos abasto.

Resulta patético ver a los políticos ir a hacerse la foto y echarse la culpa unos a otros ante la escasez de medios. “Es que avisaron tarde”, se excusaba un ministro el otro día; “es que aquí no tenemos hidroaviones”, se justificaba el otro. No hay que ser ningún lumbrera (bueno, en realidad para ser político no es preciso estudio alguno), para preocuparse de contar con el material y personal necesarios para poder hacer frente a este tipo de tragedias. No me vale la excusa de la crisis, que en los tiempos de “vacas gordas” tampoco se han preocupado. O simplemente aprender de la experiencia de nuestros mayores, que sí se ocupaban de mantener el monte y las zonas cercanas a las casas limpios de material combustible.

Precisamente son las caras de esos viejitos las que más pena me dan, que ven el esfuerzo de toda su vida esfumarse en cenizas. Sí, estoy desolada.