Despedida…

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Han pasado muchas cosas en los últimos años. Muchas muy buenas. Algunas muy malas, de las que parten el alma. Pero ahí vamos, con una mezcla de sensaciones que difícilmente podría describir. Creo que la pandemia ha tenido mucho que ver en este batiburrillo (será niebla mental, yo qué sé), pero también algún que otro esfuerzo (también mental) y los vaivenes propios del día a día. Y que una se hace mayor. Pero, en definitiva, siento que la fuente se ha agotado... No, agotado no es la palabra. La fuente se ha rebelado. Hay una fuerte rebelión en mi interior.

Cuando me siento a escribir, la sensación es: "Esto lo podría escribir cualquiera, y seguro que mejor que yo". "Este tema está gastado". "Esto no le importa a nadie". "Para qué voy a contar esto si llevamos años denunciándolo y no ha mejorado nada". Es la rabia. Es la impotencia...

Me digo: "Si escribir sobre la situación de las personas que viven en la Cañada Real, sin luz, pasando frío y miserias, no ayuda a que mejore su situación...". "Si denunciar a los odiadores no ayuda a que haya menos odiadores...". "Si denunciar, una y otra y otra vez, la destrucción paulatina de lo público en los últimos años, no ha servido para nada...". Y así una larga lista.

Porque pienso: "Si tras la segunda guerra mundial intentamos levantar cabeza para evitar más holocaustos y ahora hay negacionistas del holocausto... si hay terraplanistas, antivacunas, racistas en auge, antifeministas, ¡si hasta hay feministas odiadoras de las personas trans (porque aquí se defienden los derechos humanos, si no les gusta, ya pueden dejar de leer)! Si todo esto sigue y, lo que es peor, va a más... ¿de qué sirven mi queja, mi denuncia, mi protesta?

Es esa incapacidad (espero que pasajera) para lidiar con la parte más cruda de la realidad lo que me lleva a despedirme, tal vez temporalmente, de esta ventana al mundo que tanto me ha dado. Me ha dado buenas personas (algunas aún por desvirtualizar), me ha dado la oportunidad de contar mil cosas, de rebelarme, de multiplicarme, de declararme, de curarme... y hasta de escribir un libro a medias con una gran amiga.

Puede que sea cansancio. El caso es que esto es lo que me pide el cuerpo: despedirme por ahora de Siempreenmedio, a la espera de que, en vez de miserias y dolor, haya cosas buenas que contar.

Ha sido un gusto y un placer. Seguiré sintiendo esta como mi casa.